miércoles, 19 de octubre de 2011

TU CEREBRO, MI PUNTO G


Lo realmente difícil. Lo jodidamente complicado, no es el físico. El cuerpo importa pero no tanto. Ni tan si quiera bastante. Dejémoslo en lo suficiente. Lo tremendamente complicado es el cerebro. El físico dura lo que dura. Cosas que están, cosas que no, cosas que cambian, cosas que aparecen, cosas que desaparecen, cosas que suben, cosas que bajan, cosas que importan una mierda. El cerebro a menos que venga el Alzheimer, el Parkinson, o alguna demencia senil, sigue intacto. O casi intacto. El problema de la atracción no es el bronceado, ni los abdominales, ni el culo hecho a molde, ni los labios de marfil. Todo eso permanece dos o tres polvos si los polvos son brutales. Aunque cada vez los abdominales y el culo estén más duros. A partir del tercero, el contador se pone a cero. Porque el órgano sexual más importante es el cerebro. Así, el problema son las malditas conexiones sinápticas que a veces van, y a veces no. Se reduce a dendritas, axones y botones terminales. Podemos llamarlo así. O podemos ponerle tu nombre. Como prefieras.
En mi cuerpo manda mi cabeza pero se hace lo que dice mi p****. O lo que dices tú. Más bien.
Por eso, si tu cerebro me pone más que tus tetas, me quedaré contigo. Y no habrá labios pintados ni tangas que resistan contar hasta tres, que lo venzan. No habrá vuelta atrás. El mejor maquillaje es el que no pinta. El que deja ver lo que hay detrás. Tu cerebro, mi punto G.

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