sábado, 9 de diciembre de 2017

LO NECESITO O LO PIERDO


Puedo quererte y no. Puedes joderme y también. Porque sí. Si supieras el maldito frío que hace en mi habitación sin tus cremas hidratantes, me follarías sin piedad antes de que se hiciera de día. Por si acaso. A veces duele, otras es perder el tiempo. Cocinar para ti es abrirte el invierno hasta la raíz. Puedes hacer conmigo lo que quieras. Puedo morder tu clavícula durante la tormenta, ¿se te ocurre un plan mejor para hoy? Sólo hay una duda que haga más ruido que tú cuando te vas. Pero no estoy seguro. Puedo quererte y no. Puedes joderme y siempre. Por supuesto. No sé qué haría sin ti. Ojalá tú. Domingos para jugar con tus huellas antes de que corten mis nervios uno a uno. El cielo tan duro como tu lengua sobre mis pupilas. Lo necesito o lo pierdo. Cualquier país que sepa cómo amaneces sería perfecto. Puedo quererte y no. Puedes joderme y tampoco. Ojalá tú. En cada una de las mujeres que por suerte, no se parecen a ti.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

EL FRÍO NO LLEGA TAN ALTO

Uno siempre imagina que un día, sin saber cómo ni por qué, me mandes un mensaje a las 5 de la mañana reconociendo que tampoco se dormía tan mal junto a mí. O que el piano mata a la misma distancia cuando suena nuestra canción favorita. O que el vino en tu piel resucita mis pulmones. O que el final de Juego de Tronos coincide con tu “Sí, quiero. Pero ya veremos”. Uno siempre imagina que un maldito día, sin saber cómo ni por qué, dejes al cabrón afortunado que te prepara el desayuno mientras transcribe tus pesadillas los domingos en pijama. O que diciembre pasa camuflado entre promociones de mierda del Corte Inglés y el olor a castañas, sin que duela, sorprendentemente. Pero sorprendentemente dueles en diciembre y en agosto. Aunque no huela a castañas. El frío no llega tan alto, ya lo sabes. La torre de Mapfre entiende lo que miro. Pero uno lo que imagina de verdad es que un día, sin saber cómo ni por qué, cojas un autobús y quemes el porterillo hasta que baje, y coordinando la respiración con el movimiento de tus Converse rojas, me digas con voz contundente y convencida: “Quiero volver”. Y yo, como un niño que abre el mejor de regalo de Reyes de su vida, mirarte fijamente a los ojos y decirte que no.

lunes, 14 de agosto de 2017

DUNKERQUE


AIRE: Desde el piso once, la ciudad está aún más vacía sin ti. Todo pasa sin que pase nada. Planear dejándome caer hacia tu espalda como el último intento de aterrizar o de sobrevivir. Entre las nubes no consigo diferenciar lo real de la ficción que lleva tu nombre, y que hace que estés aquí, con un tipo que se olvida de lo importante y se acuerda sin embargo, de la marca que tienes detrás del muslo o del color exacto de tus ojos cuando llego tarde.
TIERRA: No distingo al enemigo. Supongo que debe de estar ahí fuera. El tráfico es demasiado aburrido y pensamos en el menú que tomaremos. Eliges tú. Incluso cuando el sol ya no está, parece que aún sigue echando el aliento, por si acaso. Tomamos direcciones extrañas. Aparecemos en lugares que desconocemos: un barrio sin luz, un centro comercial a las afueras de la ciudad o unas ruinas romanas con el mismo sonido que tu piel al tocarme.
MAR: No entiendo las mareas. Tampoco tus huellas bajo las olas. La habitación del hotel huele exactamente a tu champú y eso facilita las cosas. Tu cuerpo parece que se ha quemado por el sol pero no. Brilla así. Sonríe así. Las toallas en el suelo no preguntan nada porque la silueta de tu mano que ha quedado en el vapor del cristal es todo lo que necesito para salir de aquí.
Sevilla parece la maldita Dunkerque. Continuo en el mismo lugar que hace días. Cuento una y otra vez las luces que se encienden y se apagan, mientras sigo esperando. Mientras decides si me rescatas o no. Tú, como siempre, sin prisa.

domingo, 25 de junio de 2017

TERMS AND CONDITIONS


Los términos y las condiciones están claras. Tú y yo. Y el infierno que nos escupe desde todos lados. Una playa en ruinas que despinta tu voz en latidos impares. Un movimiento rítmico que puede extinguir los océanos. El tequila sabe mejor en tu piel. Y tu piel con el tequila sigue oliendo a vainilla. Y eso me mata. La ropa sobre el sofá sólo puede atardecer también. El cuello me cruje. La marea sube. “Terms and conditions” de Chet Faker empuja nuestra sangre hacia arriba. Y te sigues moviendo igual que una cometa en su mejor momento. Tus pasos en el suelo elevan mis pulmones. Los términos y las condiciones están claras. Tú y yo. Contra nadie. Y tenerte enfrente. O debajo. O arriba. O contra la pared. O donde quieras ponerme y ponerte. Un movimiento rítmico que puede acabar conmigo y con todos los poetas. Por eso, he cumplido cada una de mis mentiras. Por eso, sólo pude decirlo después de probarte. Si quieres volar, no entiendo de alturas. Si quieres joderme, podemos negociarlo.

domingo, 4 de junio de 2017

ONCE


No lo sé decir pero puedo hacerlo. Oscilo de quererte a odiarte sin que exista un motivo para una cosa o para la otra. No descartamos que nos echen del baño de la biblioteca o de la azotea de algún edificio de tu barrio. No descartamos que esta sea la última vez o que definamos al desastre prolongado. Una guerra en la que tú eliges las armas (L. G. Montero), una paz que aburre al lado izquierdo del corazón. Los turnos de noche acaban antes si la luz de mi pantalla coincide con tu pijama de Los Rolling. Y el desayuno es tu tanga en el pomo de la puerta. Y mis pesadillas se enfrían con tu saliva lentamente. Busco un sonido que me desvíe del trayecto hacia ti. Todo lo que me conmovía se ha roto o no lo entiendo. Le has quitado el nombre a las cosas que me rodean: casa, orgasmos, resaca, futuro, verano, once. No lo sé decir pero puedo hacerlo. Oscilo de quererte a odiarte sin que exista un motivo para una cosa o para la otra. Aunque sea de esta forma torpe y estúpida. No debí haberte dicho que te quería. Las verdades siempre explotan. Y tú te fuiste sin hacer ruido.

martes, 18 de abril de 2017

LO TERMINAS JODIENDO


Nadie sabe de qué hablo cuando hablo de ti. El barro congelado de tus tacones. Caminar sobre tus huellas. Mi torpeza para desvestirme mientras te muerdes el labio. La vida que se queda corta. Porque echarte de menos es la forma fácil de decírtelo. Y lo sencillo siempre se puede hacer mejor. Nadie sabe de qué hablo cuando hablo de ti. El apartamento a oscuras. Tu perfume goteando en el cristal. Tus piernas como cadenas en mis costillas. Hablarte en sueños sobre cometas y edificios abandonados. Porque el telediario suena de fondo mientras tus pies descalzos analizan todo lo que odiamos alguna vez. Noticias sobre Siria, Trump, Putin, la Gürtel, Dybala, Isco y este calor infernal en abril. Y es que nadie sabe de qué hablo cuando hablo de ti. Llevo varios días pensando cómo terminar este texto. Siempre me decías que la mejor manera de acabar las cosas era: de repente, sin avisar, de un golpe seco. Para que duela menos. Los cojones.

sábado, 1 de abril de 2017

EL UNIVERSO TAMBIÉN SE DESORIENTA


Lo único que puedo decir
es que a veces, sigo despertándome
con el universo desorientado,
deshaciéndose entre mis dientes
por tu maldita costumbre de incendiar
              mis sueños raros.
Intento tocar lo menos posible
el futuro que no tendremos y encajar el golpe.
El domingo va avanzando
y empieza el problema: tu cuerpo flotando
en el salón como un tanque de guerra
que busca un abrazo.

Lo único que puedo decir
es que el margen de mis resacas
coincide con el último paraíso de tu espalda,
arrasando como un caimán sin memoria
todo lo que nunca dijiste.
Y tú estarás bien. Siempre estuviste bien.
Con el tiempo justo para no quedarte demasiado.
Con el tiempo exacto para no irte completamente.
Y tú seguirás estando bien.

Lo único que puedo decir
es que olvidarte no está mal,
para qué mentir.
Pero que te acuerdes de mí
en cada tormenta es lo que más se parece
a un orgasmo en diferido.
Aunque estés con ese capullo.
Aunque por supuesto, sigas estando bien.