<Incluso cuando todo va bien, siempre escribes cosas tristes>.
No tengo nada que objetar a eso. <Y luego, en realidad, no lo eres
tanto>. Tampoco tengo nada que añadir. Es difícil concentrarme y describir
la felicidad mientras me explicas reacciones químicas con detalle, sin olvidar
las cantidades y las proporciones que tenemos entre manos. <No deberías de
poner cortinas, se estropearían las vistas>. Sigue sonando una maldita alarma a
las 5 de la mañana. Aunque no siempre la escucho. Por suerte. Mía y del vecino.
Hacía tiempo que España no sonaba tanto a fascismo. <Mejor me quito las
gafas. Voy a dejar las tuyas sobre la mesa también>. La melodía sutil y
desapercibida que apestaba sin saber de dónde procedía se deshizo por fin de
la última parte del disfraz absurdo con el que se camuflaba. El problema de no
llamar a las cosas por su nombre es que al final, no se llaman. Tenéis más en
común con China o Venezuela que con Francia o Alemania. Pero claro, este
razonamiento-lógica vuestros cerebros no lo soportaría, y finalmente, os explotarían
los sesos. Y qué os voy a contar a vosotros de materia orgánica por el suelo. A
un lado y a otro del camino. <No sé si
morderte el hombro o la columna. ¿Qué me recomiendas?>. Primero
uno y después la otra. No pasa nada por reconocerlo. A la Justicia Española le gusta también la misma melodía
que a vosotros. No pararan la música. Sonreirán y enseñarán su bandera
reluciente. Madrid y Cataluña son lo mismo. Sí, exactamente lo mismo. Os doy
tiempo para que lo entendáis. No hay prisa. <¿Cómo lo dirías sin que sonase
jodidamente cursi?>. No es el rock. Eres tú. En un principio, en mi
ignorancia supina, creí que España era un país de idiotas y que nuestra
estupidez no tenía límites. Ahora, asumo y acepto que España es un país no ya
de corruptos, fascistas, machistas y puteros, sino de algo que es mucho más
interesante sociológicamente y hasta neurocognitivamente: es un país en el
cual, al menos la mitad de la población apoya y confía el gobierno y sus vidas
a corruptos, fascistas, machistas y puteros. Se vota lo que se es. ¿No es maravilloso? ¿No es
extraordinario que la patria, la bandera y Dios sea lo único intocable? Claro que sí. Vuestro orgullo patriota es totalmente admirable. Se pronuncia “Viva España” pero
se escribe “Arriba España”. Y no, no voy a decir que me da vergüenza de ser
español. Me da vergüenza de que lo seáis vosotros.