miércoles, 19 de octubre de 2011

PONLE 150 KM DE VERANO

Voy a despedirme de ti. No sé hasta cuándo. Sólo sé hasta dónde. Ponle 150 km de verano. O dos meses apoyados en una farola que da a mi ventana y que nunca se apaga por el miedo de una vecina a dormir sin luz. La entiendo. Me pasa lo mismo cuando sales por la puerta. Voy a despedirme de ti a través de carreteras comarcales y llamadas telefónicas en guardias de 24 horas. En noches hasta las tres de la madrugada imposibles de dormir. En las mañanas siguientes a esas noches en las que cerré los ojos y sonó el despertador. Y nada coincide con tus piernas desnudas cuando piensan “por llegar diez minutos tarde, no habrá problema”. Nada coincide con eso porque no lo dices. Pero sé que es tu forma de decirlo. Y hago la bisectriz de tus labios recién pactados con algo debajo de mi esternón, hasta el prólogo de tu pubis. Los astrólogos deberían de dejarse de gilipolleces de estrellas, constelaciones y otras mierdas, y mirar de una jodida vez tus lunares y tus pezones. Más lo segundo que lo primero. Yo hace semanas que no tengo ni puta de idea si sigue ahí la Osa Mayor o si se la han cargado ya.  Voy a despedirme de ti. No sé hasta cuándo. Sólo sé hasta dónde. Ponle 45º grados, 30 euros de gasolina, cualquier playa o la ubicación exacta de tu “O vienes o voy. No es negociable”. Voy a despedirme de ti. Pero tú decides hasta dónde.

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