miércoles, 26 de octubre de 2011

COSAS A DESTIEMPO


Nunca tuve los cojones de decírtelo pero hay algunas cosas que deberías de saber. Has sido de las pocas cosas en las que he perdido el tiempo, y a pesar de lo que has jodido, no sé cómo, conseguiste dar sentido a todos los orgasmos que no tuvimos. Y lo que es más triste aún, le diste sentido a la frase de René Char “no soy feliz, y sin embargo bastas”. Me daría dos ostias ahora mismo por escribir esto. Continuemos. Tus malditas uñas despintadas daban brillo al gris más opaco de mi nervio óptico. Y tus mensajes después de estar peleando con una botella de whiskey durante casi dos horas, quitaban el sabor a madera de todas las papilas gustativas que pensaban a la vez en tu nombre. Tú desvirgaste mi guitarra y mi piano después de haberlos estando tocando yo durante horas y horas. Manda huevos. Las canciones que toqué son algo insólito y también inédito. “You are my home” de Rivulets resumía tus piernas cruzadas, mirando al suelo. Reemplazar las necesidades básicas por ver a alguien tiene que dejar de ser algo común en esto. Y también el no tener nada qué decir si no apareces tú en algún puto momento de la oración. A menudo saber que algo no va a funcionar no implica que no se intente arrancar hasta que reviente el contacto. Una vez, y otra, y otra. Y ya la última. Y una más por si acaso. Joder, ésta seguro que va. Y no va. Dejaste un desierto anémico que ni con el mejor de los Alzheimer consigo repararlo del todo. Los veranos y los inviernos que nos jodieron tan tremendamente imparcial -a los dos por igual- desfilan de vértebra en vértebra por las estúpidas apariciones que realizas cada cierto tiempo, sin saber muy bien para qué.
Nunca tuve los cojones de decírtelo pero por fin ha pasado. Puedes volver todas las veces que quieras. Ya no haces efecto. Como los medicamentos caducados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario