miércoles, 30 de mayo de 2012

SIN MANOS

Das el visto bueno a mis desastres y a mi memoria ilógica. También decides cuándo es el momento oportuno de echarnos a correr y quedarnos empapados, frente a frente. Tus batallas cuidan la paz de mi cuerpo al ritmo de tambores. Siempre tenemos la incertidumbre de si estos periodos de descanso que nos damos son o no definitivos. Aunque nos importa una mierda si lo son. Casi todo es negociable. Sabes que puedo mentirte. Para ser lo contrario y lo opuesto. Para salir ilesos o con daños irreparables. Sabes que puedo mentirte. Pero lo realmente grave, es que sabes que incluso puedo decirte la verdad. Me he despertado con el verso de Rilke “Sé que el tiempo/ no se llama como tú”. Sé que se nos han acabado las hormonas comunes, el hipotálamo compartido; en resumen, el tirarnos al suelo y pasar lista a los orgasmos que aunque no tengan tu nombre, siempre responden al tuyo. Seguimos. Das el visto bueno a la opacidad que me rodea según qué instantes. Al cambio de orden sin previo aviso. A mi falta de valor para decirte “una vez más”. Das el visto bueno a todo lo malo de mí. Ahora es mi turno. Yo lo tengo mucho más fácil. Porque hasta esta chica que me dice que si tengo frío puede quitar el aire acondicionado, hasta ella que no tiene ni puta idea de quién eres, te da el maldito visto bueno. Y cómo decirle que no. Ya te dije que la novedad no engancha pero atrae. Sin embargo tú, me agarras por los huevos mientras dices “mira, sin manos”. Y contra eso, nada se puede hacer.

jueves, 17 de mayo de 2012

PLEASE BE PATIENT WITH ME

Ya me lo dijiste: “te vas a arrepentir de no venir a Wilco”. Y tenías razón. Recuerdo perfectamente el concierto al que no fui. Lo que no hicimos esa noche. Recuerdo el juntarnos más en “You and me”. Recuerdo bajar la mirada y oler tu champú en los primeros acordes de “Impossible Germany”. Recuerdo la longitud exacta de tu falda vaquera al finalizar “You are my face” y mi mano desorientada por tu clavícula. Nos colocamos al ritmo de “Leave me”. Me miraste. Te miré. Nos miramos como si nunca antes nos hubiésemos visto, o algo parecido. Y nos quedamos con la duda. Con la duda de ser capaz de rompernos en mil pedazos entre un acorde menor y la voz de Jeff Tweedy porque el tipo de detrás no dejaba de gritar. Más tarde, salimos de dudas. Y recogimos los pedazos como piezas de un puzzle que sólo tú sabes cómo va. No sé si me abrazaste o mis costillas se fueron deshaciendo lentamente sin motivo cuando señalaste con el dedo el comienzo de “You never know”. Por último, en “Please be patient with me” estuvimos temblando toda la puta canción. Comprendiste ciertas cosas que nunca supe explicarte. Creo que era de noche. Creo que dormimos solos. Creo también que hipotecamos un polvo por mi estupidez. Y probablemente también una parada cardio-respiratoria. Porque los dos sabemos que si eso hubiese sido como ambos pensamos después, de ninguna de las maneras hubiésemos podido soportarlo. No cambio el concierto al que no fui. No lo cambio porque seguramente hoy, por cosas como ésas, seguiríamos con nuestro desastre. Con nuestro maldito y bendito desastre. Ya lo sabes, “please be patient with me”.

viernes, 11 de mayo de 2012

CREMA HIDRATANTE Y PISCINAS VACÍAS

Por la ventana del hostal entra olor a sal, que se mezcla con el olor de tu crema hidratante después de que el sol se haya quedado demasiado tiempo en tu piel. Es un rosa que produce calma. Es un rosa que invita a quedarse a vivir ahí mismo. Las cortinas ondean al ritmo de tus pasos descalzos por el suelo. Yo estoy tumbado mirando al techo, en boxer y con evidencias claras en mis músculos de tu victoria. Sigues andando por el piso. Y vuelvo a ver como tus uñas de los pies se diferencian del mármol desde la cocina. Elegiste un rojo oscuro. Y como gota a gota, entras en la cama por el lado opuesto. Las cortinas se elevan hasta el techo y un camión descarga fruta en la calle. Tu pelo mojado consigue que las sábanas blancas estén aún más frescas. Y dejas marcas para el seguir el camino de vuelta por si me pierdo. Que me perderé. En la tele está el telediario. Han inyectado a Bankia 10.000 millones de euros que han recortado de sanidad y educación. La UE cree que España incumplirá este año el objetivo de déficit. El IPC cambia de tendencia en abril con un alza del 2,1% por la luz. La apagamos. Pensamos durante cinco minutos si nos quedamos en el piso y apagamos la luz también o si bajamos a cenar por el paseo marítimo. Decidimos la segunda opción. El vestido de lino azul que te has puesto conquista mis retinas sin desembarcar. Una conquista permanente. Nos sentamos cerca de la playa. Aún más cerca de lo que parece. El mar de noche es más o menos tan evidente como tú cuando cierras los ojos. Acerco mi boca a tu hombro para calibrar la temperatura. No sabe tan mal la crema hidratante. Pedimos un postre a medias. Nos hemos quedado bastante llenos. En el ascensor ya nos enseñamos las cartas. Entramos a oscuras. La luna parece que está colgada del puto techo. Una farola también hace su función. “Mientras los grandes temas dormían el sueño que nosotros no dormimos” (M. Benedetti). No sé cómo lo haces pero nunca te equivocas con la ropa interior. No sé cómo lo haces pero nunca te equivocas cuando dices que en estas ocasiones es como si flotásemos en piscinas vacías.

lunes, 7 de mayo de 2012

PARA HACERTE SENTIR COMO EN CASA EN UN PORTAL CUALQUIERA

Si tú y yo hubiésemos tenido whatsapp por aquel entonces, habríamos explicado de más ciertas cosas. Las dosis pequeñas, los misterios fáciles de resolver, los poemas a la mitad de Pedro Salinas, mi cerveza con el color de tu pelo en verano. Todo esto, sería distinto. Por no decir que no valdría nada. Sin embargo, quién coño nos va a quitar las camas que no deshicimos, las maletas perdidas en Reikjavic, los polvos que nos producían anemia y endorfinas, tu mano tocando mi corazón desde mi nuca, mi cuerpo adornando un portal cualquiera para hacerte sentir como en casa. Quién coño va a entender nuestros razonamientos ópticos vencidos al morderme el labio inferior con tus dientes, si se me ocurría llevarte la contraria. Quisimos huir. Después quisimos no volver. Lo mismo dicho de diferente manera, no es lo mismo. Ahora arrepentirse duele menos que querer repetir y no hacerlo. No entienden nuestros abandonos y nuestros desiertos que nos acogen de brazos abiertos. No entienden que eso, nos salva. No entienden que jode pero que también es un puto orgasmo permanente durante el tiempo que dura. 3 segundos. Una semana. Casi un mes. Y vuelve a joder. Pero lee de nuevo lo del orgasmo. Léelo bien hasta que lo entiendas de una puta vez. No voy a discutir que jode. No voy a discutir la ropa porque al final tú decides. Hay lugares para fundar montañas rusas con un código de barras personalizado. Hay lugares para tener sexo y amanecer con el brazo izquierdo dormido. Yo no quiero esos lugares. Yo prefiero quedarme contigo. Aunque no sepa dónde estás. Aunque no sepas dónde estoy. Aunque no nos reconozcamos ni de lejos ni de cerca. Prefiero matar el tiempo a contaminar la parte que mordiste un día. O tú o no me quedo. Quién coño nos va a devolver lo que no hemos tenido. Ni tú. Ni yo. Ni por supuesto esta mierda de texto. Casi un mes. Una semana. 3 segundos, 2, 1...O tú o no me quedo. Ya te lo dije.

martes, 1 de mayo de 2012

ROPA ENCIMA DE LA SILLA

El sol estalla en mi cara. Sintonizo las palabras exactas que te digo antes de que empiece a llover más fuerte. Y a última hora, cambia la programación. Sintonizo también la noche sin estrellar que ha mojado el suelo. Hoy Neruda no me sirve de una mierda. Hoy no voy a calcular lo que supondría dejarlo todo y ver contigo el resto de domingos en power point. Tiene que ser brutal. Lo digo en serio. La resaca intuye el desierto pacífico entre tu boca y la señal de internet. Se cae. Nos caemos. Sabes el lugar donde tengo la tabla periódica, el tablón con papeles, los libros amontonados, las guitarras, el piano, la mesita de noche y tu lugar para hacer que el resto de cosas tengan sentido. Bebo agua para regresar al estado de homeostasis inicial. Bebo agua y también te miro. Podría escribir una parrafada infumable sobre eso, pero prefiero seguir mirándote, qué cojones. Como si manejaras mis electrolitos, se restablecen a tu disposición: salen dos, entran tres y yo me quedo con ganas de bajar desnudos por el ascensor y saludar a los vecinos mientras estudio al detalle tu sujetador. Y te aprietas contra mí sin necesidad de elaborar un pacto de guerra. Y mis pezones rectifican el tacto con los tuyos. Un piercing aquí quedaría increíble. Una orgía entre tú y yo para vengarnos de la calefacción también lo sería. Eres la medida de mis miedos y del valor que no tengo. Soy la parte que se vuelve imbécil cuando faltan cinco minutos para que llegues y no sé qué coño decirte para que vuelvas a reírte por una estupidez. Eres la frontera entre lo absurdo y tu lápiz de labios. Soy el orgasmo incontrolado antes de empezar el polvo. Las causas perdidas saben diferente si tu ropa y la mía siguen arrugadas encima de la silla. Puede que al final, no estemos tan jodidamente perdidos.