sábado, 25 de agosto de 2018

MANÍAS

Uno tiene sus manías y con el paso del tiempo
se hace más difícil cambiarlas u olvidarlas.
Por ejemplo, dormir con la persiana echada
sin que entre ni una gota de luz,
escribir con música de fondo,
comprobar que he cerrado la puerta,
dormir tapado aunque haga cuarenta grados,
ducharme con agua más o menos caliente
incluso durante el maldito verano,
quedarme en el lado derecho de la cama,
recoger la cocina después de cada comida,
regar las plantas en un recipiente de plástico
que creo –no estoy seguro–
que es para guardar garbanzos o lentejas,
poner siempre la alarma en el móvil,
coger el sueño con la televisión encendida,
llamar a mi madre al salir del trabajo,
enamorarme hasta la médula
de todas las chicas a las que dejé,
poner Sálvame mientras leo
artículos sobre Neurología
y hacer la cama antes de acostarme.

Ya no eres la única que conoce mis manías.

Ahora echo de menos a otras que no son tú
y lo hago de una forma torpe,
casi por inercia,
casi por costumbre,
casi como si aún te quisiera a ti.