lunes, 16 de enero de 2012

UNA RUTA MENOS

Está bien que me hables de acantilados y de comida para llevar. Así yo puedo imaginar folios en blanco con los que convencerte para que te quedes. Pasa un tren. Es raro ver gaviotas por aquí. Las escaleras mecánicas siempre se ponen a nuestro favor. Por eso, si quieres romper algo, no lo toques. Conmigo valen las dos opciones. Se va a romper igualmente. El reloj/termómetro marca las 17:42. Creo que lleva estropeado al menos dos meses. Han arreglado el jodido puente pero esto lo han dejado intacto. Miro el mío, que no tiene termómetro. Son las 5:40. Más o menos. No quiero recrearme mucho o estallará el cristal en cada unos de los grados que hace. Está bien que me muerdas el hombro y me preguntes si tengo sed. Así yo seré capaz de mojarme los labios sin nada o de echar gasolina pensando en ti. “Recogería la piel que gastas en los móviles táctiles para ordenar el frío de este puto mensaje. Para reventar el vacío de otros orgasmos cayendo al suelo, siguiendo tus pisadas”. Esto es lo mejor que puedo escribir a estas horas. No me lo tengas en cuenta. Un mensaje más. Una ruta menos. Y aún falta lo peor. Una jodida noche que no termina.

viernes, 13 de enero de 2012

QUE COMPITAS CON LAS ASPIRINAS

A menudo la gente busca similitudes externas para conseguir atracciones internas. Me da igual lo que me pidas, pero piénsalo bien. De qué me sirve que midas 1.68, que bebas whisky o vodka, que bailes Lou Reed, que lleves una camiseta de Johnny Cash, que tengas las uñas cortadas con la longitud exacta y pintadas de rojo oscuro, que follemos y que nos mojemos, que nos congelemos de frío y que recojamos nuestras cenizas, que vaya al baño y que cuando vuelva estés sentada al piano desnuda, que yo te eche el pelo hacia un lado mientras tu columna endereza mi vida ácida, que tus vinilos coincidan con mis pupilas, que las entradas para el próximo concierto sea en Glastonbury y tengamos que coger un avión y que estemos elevados antes de que enciendan los jodidos motores, que tu ropa interior sea suficiente para abrigarme y sobrevivir a otro invierno que se extingue en cualquier farola, que compitas con las aspirinas y el estómago, que deduzca el próximo resfriado escuchándote por el móvil y que sea cuestión de horas que yo lo tenga también. De qué carajo me sirve todo eso, si eso no es lo que hace que marque o no, tu número. Lo importante, después de todo, no importa tanto.

lunes, 9 de enero de 2012

NO QUIERO MAGIA

Me da igual que lo perdamos. Y es un alivio que no tenga que hablar. Desde ahí las vistas tienen que ser geniales. O nos vamos o tiramos el reloj. Como prefieras. Porque la novedad atrae pero no engancha. “Así que últimamente cada vez que quieras verme no vuelvas a buscarme en el pasado” (Paraísos perdidos, Iván Ferreiro). No puedo resumirlo mejor. Aunque según tú, sí. Aunque según las persianas echadas, depende. Como todo. La bufanda tapa los glaciares descomponiéndose entre las luces de navidad y el césped cegado por el sol. Así concluimos en esos días para llegar a esta conclusión: “Ella es como tú. Pero increíble” (diálogo Californication). No quiero magia donde necesito sudor.

domingo, 8 de enero de 2012

MIENTRAS CUMPLAS TU PARTE DEL TRATO

Al despertarme no tenía a nadie a quien llamar para tumbarnos en la azotea y ver aviones mientras la cerveza nos quita la resaca. Me tomé un omeprazol y me puse otro capítulo de Los Soprano. Hace buen tiempo. Y no voy a encender el móvil. Si tuviera que elegir un lugar para estar despierto durante días, me quedaría con unas escaleras inundadas hasta el penúltimo escalón. Y tú sentada, con las botas en la pared y las piernas haciéndome un tercer grado imposible de superar. Podemos echar de menos muchas cosas. Otras no tanto. Pero joder, hay que parar ya. Vamos en caída libre. Vamos a estrellarnos como no hagamos algo de una puta vez. Texas, Michigan, Tennesesse, Ohio, decide la colisión. Yo te espero en el backstage reventando las dudas en cada acorde de “You and I” de Wilco. Yo puedo esperarte donde quieras y hasta cuando carajo quieras. Puedo esperarte. Te juro que no hay problema. Siempre y cuando me asegures que no vas a venir.

jueves, 5 de enero de 2012

MEDIAS TINTAS

Preferías las medias tintas. Y con eso, siempre nos quedamos a medias. El sol de invierno es más gratificante que las endorfinas o una estufa. Iron & Wine resquebrajan milimétricamente el alcohol de hace un rato y gotea la invitación a no dormir, aunque ya sólo nosotros aguantamos despiertos. Hay silencio. Como un metrónomo escucho tus latidos en el cristal. La marihuana en tu boca tiene un doble efecto. Coloca pero sobre todo, engancha mucho más. Es tu casa pero podría ser la última fila de un cine en una sala donde no hay nadie, o una playa desierta, repleta de nieve y champán. No sé cómo hemos llegado a este punto. Ahí fuera hace 5º grados siendo generoso, y aquí dentro tú estás en tirantas desorganizándome mientras yo coordino mi respiración con el humo que hace señales para dejar la ropa en el suelo, y la piel en el sitio que quieras. No sé cómo hemos llegado a este punto. Aunque pensándolo bien, me importa un carajo. Dentro de unas horas, tendré todo el jodido tiempo del mundo para averiguarlo. Pero ahora no. Ahora sígueme desorganizando sin piedad.