viernes, 25 de septiembre de 2015

EN DIEZ MINUTOS

“En diez minutos podemos destruirnos y crearnos de un grito, y nos sobra tiempo” decías. En diez minutos he querido matarme por ti, morirme en tu muslo izquierdo, follarme a la primera que pase, echarte de la cama y decirte que ojalá me mientas otra vez. “En diez minutos estoy segura de que puedes superarte y ser aún más gilipollas”. En diez minutos te aseguro que no me arrepiento de lo que te duele. Te despertaste y casi rompes mi taza de no sé bien dónde. Te sigues desorientando por el piso. Mi maldita cama huele a ti. El tinte de tu pelo escupe en mis pesadillas. Desordenas mis libros antes de irte y escribes lo primero que se te pasa por la cabeza en cualquier parte. Y así tengo la habitación: con marcas, huellas y mensajes indescifrables que supongo que quieren decir algo bonito y raro. Raro como cuando después de corrernos no sé si seguir haciendo apnea o decirte que en mi jodida vida he conocido a nadie como tú. Tan rara, tan haciendo que no sea capaz de mandarte al carajo, tan extrañamente no mandándome tú. Y aquí estamos, desnudos y bebidos, contando las antenas que se ven desde mi ventana y pensando en todas las cosas que podrían jodernos en diez minutos, y que no nos joderán. Porque en diez minutos todavía tenemos tiempo de odiarnos un poco más.