Casi me quedo dormido en la ducha. Ya sabes por qué. 12 horas a
menudo parecen 24 y no estoy tan seguro de lo que digo, por ejemplo, ahora. Podemos
y no podemos del todo. Estar y ser la última lavandería que nos salve. Qué
lastima de ganador. Qué lástima de tanta estupidez. Qué suerte que estés aquí,
en pijama, con un escrutinio del 92,35% y con tu olor en todas partes. No te
voy a convencer. Tocarla a oscuras suena a éxtasis y a magia cortada con los
dedos. Un poco más no nos hará daño. Ya probamos un poco menos y fue una
mierda. Entre las siete de la mañana y
las ocho de la tarde me fugaría contigo a Damasco o a Hong-Kong, da igual. Por
la noche hay que negociar los desiertos. Tienen que irse. ¿Cómo coño puede ser
el 28,72% lo que quiere la mayoría? Habrá que explicarlo de nuevo. Andalucía
tampoco aprende. Ni ahora ni tarde. Si las reglas del juego no son justas, lo
más justo es romper el juego. No hay discusión. El frío y yo sonreímos cuando
te desnudas. Todo se detiene. Estar y ser la parte que no se puede recuperar. Que
sólo podamos perderlo del todo. Que con cualquier maldita cosa que suceda
parezca que vamos recuperarlo de repente. Y que lo único que ocurra de repente
es darte cuenta de que no.