PARTE 1
J me recoge sobre las
10:20. La noche anterior no dormí una mierda. Quedamos con P, A y PR para
comprar los bocadillos y coger el autobús hasta la oficina de alquiler de
coches. Esta vez, y debido a varios incidentes previos, “obligamos” a PR a
quedar con nosotros y tirar todos juntos. PR ha sido quien ha hecho los
trámites para el alquiler. Ya en el autobús, nos cuenta que tiene el DNI
caducado. P le pregunta que por qué no lo ha renovado antes. Explicación de PR:
“Me caducó en julio. Pero como hasta agosto no me paró la guardia civil, no me
di cuenta”. Magnífico. Llegamos un poco antes y nos dicen que aún no tienen el
coche. Damos una vuelta y volvemos al rato. Nos dicen que el coche que hemos
alquilado no está disponible y que nos dan otro de gama superior por el mismo
precio. El maletero es pequeño. J y yo insistimos en que era mejor llevar
macutos precisamente por esto. A lo entendió a la primera. P y PR no. Aunque la
maleta de PR es pequeña y no da problemas. La de P ocupa casi medio maletero.
Pero era pequeña. Según él. Además lleva una mochila. Y una bolsa. Y porque no
tiene más manos. Después de un rato jugando al tetris, conseguimos encajarlas
todas. Primero conduzco yo. J va de copiloto y de DJ. En el móvil tiene Pereza,
Love of Lesbian, Andrés Suárez, Quique González etc. Y una lista de canciones
que se llama “Crazy crazy crazy”. A insiste en ponerla. J asiente efusivamente.
En la segunda canción quiero saltar del coche. “Salomé” (la que
sospechosamente, y sin sentido ninguno, a P le vuelve loco. Increíblemente
loco. Y la canción es increíblemente larga. Creo que hasta que no llegamos a
Badajoz no terminó. Sus muertos.), “Rabiosa”, “Livin´ la vida loca”, “Me pones
a 100”. Y así sucesivamente. En Mérida paramos para comernos el bocadillo y
conduce J. La otra mitad del camino la paso en el asiento de atrás con P y PR.
PR lleva un cojín para la espalda. PR duerme a todas horas y en cualquier
sitio. P lo intenta pero es complicado. Nos tiramos un buen rato buscando las
gasolineras más baratas en una aplicación del móvil de P. Sólo P puede tener
una cosa así en el móvil. Y otras que no diré. Como es lógico, nos pasamos la
primera entrada por la mierda de buscar esa gasolinera y tenemos que entrar por
otra. Por fin llegamos y dejamos el coche cerca del hostal. El recepcionista
nos dice que no hagamos fiestas en la habitación porque hay personas mayores y
niños. Alquilamos una doble y una triple. Nos ofrece darnos llaves extras por
si no volvemos juntos por la noche. Eso nos desconcierta un poco. Así que todos
miramos a PR a ver qué dice. No dice nada. Clava su mirada en el recepcionista.
Hasta que digo que no hace falta. De alguna forma PR acaba en la misma habitación
que A y J. Las habitaciones están bastante bien. Aunque lo que es genial es la
ducha. Tiene mil formas de “chorro”. Parece una jodida nave espacial. Soltamos las
maletas y vamos a aparcar el coche a otro sitio. Por alguna extraña razón, se
me ocurre que lo lleve o A, o P o PR. A J le parece una idea estupenda. A y P
dicen que pasan de coger el coche por la ciudad. PR dice que sí. Yo digo de
grabarlo porque intuyo que va a estar curioso. P dice que no. PR saca el coche
del aparcamiento como puede. Va en primera. No mete segunda. Sigue en primera.
Parece que vamos en una carreta del rocío. No hay señales de que vaya a cambiar
de marcha. Un hombre se pega a un coche para que PR pase. PR se para. El hombre
está atrapado entre un coche y el nuestro. PR mira al hombre. El hombre nos
mira a los cinco. PR le hace gestos con la mano para que pase. El hombre
intenta hacerle ver a PR que no puede salir de ahí. J le dice a PR que avance,
por dios. PR avanza. PR por fin mete segunda. PR dice que el profesor de su
autoescuela le dijo que cuando tuviera que ir lento, fuese en primera. A saber
la conversación entre PR y su profesor de autoescuela. Empezamos subir por un
trayecto que es una cuesta. Nos coge en rojo el semáforo. Se pone en verde. Se
cala el coche. Empezamos a ir para atrás. Detrás hay otro coche. La reacción de
PR es mirarse las rodillas. Seguimos yendo hacia atrás. La colisión es cuestión
de segundos. PR sigue mirando hacia abajo no sabemos el qué. P golpea el
asiento de PR a ver si reacciona. A alterna “ojú” con “vamos allá”. Yo grito
“Chiquillo el freno”. PR sigue sin hacer nada. Hasta que a un centímetro de
darnos con el otro coche, J echa el freno de mano. El semáforo está de nuevo en
rojo. P dice “En realidad, esto ya ha dejado de tener gracia hace un rato”. Yo
le contesto “¿Ves como teníamos que haberlo grabado?”. Damos vueltas pero no
hay dónde aparcarlo. Estamos en otra cuesta con un paso de cebra. Esta vez no
hay semáforos. Vuelve el peligro. Cruzan dos yonkis. PR comienza a acelerar. En
el coche se escucha “¡Que vas a pillar a los yonkis!”. Se nos quedan mirando.
PR, por supuesto, mira a los yonkis también. Uno de ellos pasa rozándose con la
parte lateral del coche y dirigiéndose a la ventana de PR. No llevamos ni una
hora en Salamanca y ya la vamos a tener. El yonki finalmente sigue hacia
delante. Creo que fue porque vio que éramos cinco. Finalmente J se cambia
porque ya hemos tentado a la suerte demasiado. Aparcamos y regresamos al
hostal.
La primera noche no
había apenas gente. Así que regresamos pronto al hostal. Por una vez queríamos
ver la ciudad en condiciones.
PARTE 2
Por la mañana fuimos a
ver la ciudad. J y A estuvieron tres cuartos de hora buscando “la rana en la
antigua universidad. P, PR y yo nos adelantamos para ir otros sitios. Después
de un buen rato, volvimos a juntarnos. A P y a A se le metió en la cabeza bajar
de nuevo para hacerse una foto con el Lazarillo de Tormes. Así que J y yo
fuimos a tomarnos una cerveza y una tapa a unos de los bares de la zona. El
tipo del bar era el tío más “tieso” y borde que hemos visto en la vida. Pero ya
nos daba igual. Más tarde llegaron A, P y PR. Después fuimos a dormir un poco.
P y PR hibernan. Sobre todo PR. Duerme como un oso. Es algo fuera de lo normal.
Como también lo es la postura de J en la cama.
Después de cenar,
bebemos en la habitación mientras jugamos al póker. No sé muy bien en qué
momento de la partida, ni por qué, PR coge el cinturón de P (que se lo ha
quitado por una razón que tampoco voy a decir) que está encima de la cama y da
un “cinturonazo” en la mesa. Salen tres cartas volando. Da un segundo golpe y
la hebilla está a punto de darle a A en la cara. A se pone loco “perdío”. PR
pone cara de circunstancia. Una vez se tranquilizan todos, le preguntó a PR que
por qué ha hecho eso. PR dice: es que quería darle a P. Estupendo. Esa noche
todos íbamos finos. Entramos en un pub para pedirnos una oferta de tequila. Nos
vamos al escenario. Vuelvo a la barra. Y cuando regreso, veo que P está
bailando como un bailarín cubano con una brasileña que va pasadísima. En
realidad, la amiga brasileña lleva a P. Parecen gacelas saltando. Ahí se hizo
la mejor foto del viaje. De todos los viajes, a decir verdad. P y la amiga
brasileña vienen y van, salen y entran. Se rozan de una forma explícita y
sensual. O como monos. P está a tope. Con la amiga brasileña no se puede hablar.
Con P se puede razonar, algo. J “perrea” con la otra amiga brasileña. No voy a
dar más datos de ese “perreo”. Salimos de allí y vamos a otro garito. Éste es de
guiris. Antes de entrar, le doy una patada a una lata (enfrente del portero) y resuena
como una bomba. El portero me mira. Yo miro al portero. Digo “Buenas noches”.
El portero dice “Pase”. A viene detrás de mí. El portero le dice a A “Usted
no”. A le pregunta “¿Por qué?”. El portero vuelve a decir “Usted no”. A
insiste. Nos van a meter. “He dicho que no”. A está enfadado y dolido. Durante
toda la noche.
PARTE 3
J no puede con su vida.
A no está pudiendo dormir nada. La primera noche fue PR yendo al baño cuatro
veces y abriendo la puerta como si fuera los SWAT. La segunda noche J está
malísimo y no se puede “ni mover”. No lo dice pero me juego lo que sea a que PR
se quiere quedar en la cama también en vez de venir con nosotros a seguir
viendo cosas. No lo dice pero todos los sabemos. Esta vez encontramos un bar
mejor. Te ponen tapa y cerveza por 1,70. No iba a hacer ningún comentario al
respecto, pero lo voy a hacer. Los bares en Sevilla (y no lo digo sólo por
Salamanca, está Granada, y mil sitios más) dejan bastante que desear en ese
aspecto. Lo mismo existen bares así en Sevilla. Lo desconozco. Y a los que he
ido, son una mierda. Si alguien los conoce, ruego que me lo digan. Con dos
ofertas, ya estamos comidos. Cuando regresamos J se encuentra mejor. Y PR por
fin puede echarse su siesta. Y P. A y yo no dormimos apenas. Esa noche J está a
la defensiva y no quiere beber. Aún así, el resto nos ponemos un poco ciegos.
Al bajar del hostal, y cruzar, una relaciones pública nos dice de ir a un bar;
tiene no sé qué ofertas. A, J y P hablan con ella para preguntarle qué oferta
es. De repente PR se mete en medio y dice “Disculpa a mis amigos porque van muy
borrachos”. Él, de hecho, era el que peor iba. No recuerdo bien en qué momento
fue, pero J y A aparecieron con dos sombreros de “canis” horrorosos. De hecho,
varias veces le preguntaron si eran unos “barrieros”. No pasó mucho más esa
noche. O al menos yo no lo recuerdo. Por suerte o por desgracia.
PARTE
4
Fue la última noche.
Bebimos vino porque la resaca es más suave y al día siguiente teníamos que
conducir. En realidad, apenas bebimos. Al salir del hostal, en la misma esquina
que los días anteriores, había tres relaciones públicas. Una de ellas nos dijo
que nos daba chupitos gratis y la segunda consumición gratis también. Yo entendí
otra cosa. Por el camino P dice “It´s free”. A lo que nuestra amiga responde “No
no, no hace frío”. No nos fiamos ni un pelo de alguien así. Pero ya no hay
vuelta atrás. Nos tomamos los chupitos y nos vamos. Nos cruzamos a la chica y
nos dice que la hemos engañado. Después de tres días estafándonos a nosotros
los relaciones públicas, diciéndonos “sí sí, está al lado”, estando en Mordor,
y contándonos mil historias. Alguna vez tendría que ser al revés. Entramos en
los bares de otros días a tomarnos algunos chupitos y acabamos en el mismo
garito de noches anteriores. Al llegar, J y yo vamos al servicio. Primero entro
yo. A la derecha veo a un tipo orinando en el lavabo. Busco el váter. Entra J.
Se escucha a un tipo decir “Cierra la puerta. Aquí no entra ni sale nadie hasta
que no me meta esto”. J está en medio. “Que yo con la coca me pongo muy
violento”. Se ha puesto perdido el antebrazo de cocaína. “¿Quieres?” Le
pregunta a J. J dice que no. Por fin salimos del baño. Nos volvemos a pedir una
cerveza y un chupito de tequila. Después de estar un rato, decidimos ir a otro
garito porque está jodidamente lleno y es imposible moverse. En éste también
ponen buena música y no está tan lleno. Hay un grupo de tíos que cada vez la
lían más. Creo que van hasta las cejas. De pronto uno se sube al escenario y
amaga con saltar. Seguidamente los otros forman una fila para cogerlo. Efectivamente
salta. Y efectivamente van hasta las cejas. J y yo incitamos a PR a que se suba
al escenario y haga lo mismo. PR duda. Pero al final sube. No hasta arriba del
todo, sólo desde unas escaleras. Lo cogemos entre P, A, J y yo. PR está feliz. Nuestros
brazos una vez que se quita, también. PR se une al grupo de los que van hasta
las cejas. Yo en algún momento, después de poner un temazo, me cruzo con alguno
y me mira con la cara totalmente desencajada y sin saber dónde está, sin saber
si morderme o darme su cerveza. Nos vamos de allí para el hostal. PR llevaba
desde el día anterior con la maleta hecha. Pero por alguna razón, al
levantarnos, la tiene deshecha. Sospechosamente dejamos las habitaciones a
tiempo. Vamos a comer algo a un Mcdonald´s antes de salir. La primera parte del
camino la lleva J y la segunda yo. El viaje de vuelta fue parecido al de ida. Más
o menos.
BONUS
TRACK #5
Salamanca me quema los
labios. Literalmente. No recuerdo la última vez que tuve que usar “cacao”. Me quema
los malditos labios hasta quedar sólo restos tuyos en carne viva. Hasta conseguir
que me arrepienta. Cada jodido minuto que estuve ciego, son países que extinguí
por no ubicarte. O por ubicarte demasiado. A 462 km hundes tus dedos en mis
aurículas para recordarme que puedes dejar de bombearme en cualquier momento. Y
lo notaré cuando ya sea tarde. Cuando no haya reanimación que sirva o que lo haga
retroceder. A 462 km puedo odiarte hasta límites que ni te imaginas.