miércoles, 22 de agosto de 2012

MÁS DE DIEZ SEGUNDOS

Esta conexión que tenemos tú y yo, es curiosa. Puede soportar las gilipolleces y las putadas más feroces. Sin embargo, no es capaz de aguantar mirando cómo te pintas las uñas. Enlazamos estaciones y portadas de discos de los 70. Tienes un póster igual que éste. Tienes una forma de matarme igual de absurda que los chalecos salvavidas de los aviones. Hablando de aeropuertos, hace dos horas que nos despegamos uno del otro sin billete de vuelta. Y entonces es maravilloso cuando no eres tú la que anda desnuda por la habitación, cuando no coges esos cereales ni esa taza, cuando no me preguntas cosas que no sé, cuando no son tus dientes los que viven en mi hombro. No te imaginas lo maravilloso que es esto. Cuando la que me pide que me vaya o que me quede no eres tú, cuando hago cena para dos sin ti, cuando Julio Cortázar convive con nosotros sin decir tu nombre. No te imaginas lo maravilloso que es esto. No me gusta esperar. O concretando un poco, no me gusta esperar, ni esperarte, ni que me hagan esperar. Aunque te dije mil veces la frase de la canción de Calamaro “No me gusta esperar pero igual te espero”. Por eso, esta vez ha caducado. Esta conexión que tenemos tú y yo, es curiosa. Puede soportar las gilipolleces y las putadas más feroces, y por supuesto la lluvia. Sin embargo, no es capaz de aguantar la puta felicidad durante más de diez segundos.

jueves, 16 de agosto de 2012

INUNDACIONES SIN SORPRESA

Tengo los pies fríos de pensar en ti a esta latitud. Por aquí es lo mismo de siempre. Incluso cuando tú no eras tú todavía. ¿Qué propones? ¿Qué mierda de lluvia de agosto va a solucionarnos los golpes que no esquivamos? La urbanización reconoce tus pisadas sólo a partir de media noche. El resto de día se impregna de libros, canciones y una temperatura que oscila entre el mar y asomarme a la puerta. Aprendí que cuando me preguntas si habrá tormenta, en realidad quieres preguntar si las paredes están a la misma distancia que hace un mes o si se están estrechando. La ventana está abierta tanto como la noche despejada que no deja de correrse en los sueños que nunca alcanzaremos, por mucho que te empeñes. La ventana está abierta y no hace falta que salgamos para no estar aquí, compartiendo espacio y canal de televisión. No hace falta cerrarnos para no poder accedernos. No hace falta tener el mismo sudor para no echarse de menos. Aprendí que cuando preguntas por una nueva melodía de piano, en realidad quieres preguntar cuándo nos vamos a tocar bien de una puta vez. Ya se necesita hielo en nuestro invernadero de charol y madera. Ya no calienta aunque juntes las manos. Ya, haz lo que quieras, porque va a ser lo mismo que si no lo hubieras hecho. Ya no tienes consecuencias. ¿Qué propones para no seguir igual que ayer? Aprendí que cuando preguntas esto, en realidad, no quieres saber la respuesta

viernes, 10 de agosto de 2012

TODO LO QUE SE ROMPE ANTES DE TIEMPO

Entre las dunas aparece el espejismo de tu voz diciendo “Podríamos hacer tantas cosas uno sin el otro que da miedo pensarlo. Pero lo que acojona de verdad es lo que hacemos juntos”. La arena fría calcula los vértices de mi espalda. La estrella Polar se parece a tu pezón. Pero tú sabes mucho mejor. Mi exilio de ti no son las demás. De hecho, son la vuelta más rápida y feroz a ti. No espero que lo entiendas. Tampoco espero que compartas la manta. Porque una playa de noche, igual que un mercado, tiene las formas íntimas de amanecer más contundentes que jamás he visto. ¿Qué va a pasar cuando pase esta noche? ¿Qué va a pasar cuando veamos que no ha pasado nada? Apoyas la cabeza en mí y sube el sonido de las olas. Aunque sólo las intuimos, enfrente. Observo tu pie derecho hundiéndose hasta la mitad en la arena. Y una profunda empatía moja la toalla. Me recuerdas a lo que escribió Juan Manuel Romero: “Al fondo/ todo lo que se rompe antes de tiempo:/ nosotros, esta noche/”. Las lenguas están impacientes por la sal ajena. Salimos ilesos pero con heridas irreparables. Salimos disparados hacia el faro, que ni que decir tiene, no nos guía. ¿Para qué queremos la luz? Si nos sobra con la piel que gastamos fuera de nosotros. Entre las dunas aparece el espejismo de tu voz diciendo “Tenemos que dejarnos. Pero hoy no”.