No sé si iría contigo a
Dubrovnik a romper ventanas de hostales. No sé si nos quedará tiempo y espacio
para un “yo también”. No sé si entre tormentas de verano encontraremos el
lugar. No sé tampoco la mejor forma de levitar sin ti. Desde aquí puedo
masticar el salitre en un sin sentido extremo. Desde aquí se ven las dunas para
no conquistar nada. Cae la arena y la ropa. Cae el sudor en mis ojos y en las
olas que no rompen. Caemos una y otra vez en la orilla. Es nuestra manera de
naufragar. Y de fundar velas rotas cuando nos enredemos en los anzuelos. No sé
cuánto duraríamos sin mojarnos. Pero acércate más. Por lo que pueda no pasar. No
sé si iría contigo a Dubrovnik. Lo único que sé es que en cualquier momento
destrozo la televisión, le dan por el culo al retrasado de Rajoy, guardo algo
de ropa, compro una botella de vino y voy para allá. Aunque sea para barrer la
puta playa. Aunque sea para volverme a mitad de camino.