jueves, 1 de agosto de 2013

DUBROVNIK Y VELAS ROTAS



No sé si iría contigo a Dubrovnik a romper ventanas de hostales. No sé si nos quedará tiempo y espacio para un “yo también”. No sé si entre tormentas de verano encontraremos el lugar. No sé tampoco la mejor forma de levitar sin ti. Desde aquí puedo masticar el salitre en un sin sentido extremo. Desde aquí se ven las dunas para no conquistar nada. Cae la arena y la ropa. Cae el sudor en mis ojos y en las olas que no rompen. Caemos una y otra vez en la orilla. Es nuestra manera de naufragar. Y de fundar velas rotas cuando nos enredemos en los anzuelos. No sé cuánto duraríamos sin mojarnos. Pero acércate más. Por lo que pueda no pasar. No sé si iría contigo a Dubrovnik. Lo único que sé es que en cualquier momento destrozo la televisión, le dan por el culo al retrasado de Rajoy, guardo algo de ropa, compro una botella de vino y voy para allá. Aunque sea para barrer la puta playa. Aunque sea para volverme a mitad de camino.