Quiero que te quedes.
Quiero que te vayas. Quiero que te den por el culo, y que no sea yo. Quiero
pasar contigo el puto tiempo que no me sobra. O abandonarte antes de que me
abandones, cuando lo pienses bien. Ni te quiero ni dejo de hacerlo. Es algo
intermedio para hacer lo contrario cuando tú haces lo opuesto. Quiero hacértelo
sobre la barra del bar antes de que lo cierre la policía de los cojones. Quiero
que me empujes hacia dentro con los ojos rojos y que se rompa la puerta del
servicio del Kafka. Quiero quemar todos los poemas que hablen de ti porque son
mentira. Quiero decirte que en realidad, nunca te mentí pero tenía que
parecerlo. Quiero que seamos Hiroshima antes de subir la persiana. Quiero que
el metro de repente cancele la línea y sea imposible comprobar lo que nos
odiamos. Quiero que hagas lo que quieras conmigo y con el vodka. Quiero que por
querer no quede, pero va a suceder.
Quiero el sudor frío de despertarme y no saber dónde estás. Quiero
alejarme de ti sin tener que explicarlo para volver después con el rabo entre
las piernas o con las orejas entre las tuyas.