Lo que tiene que ver
contigo, a veces no tiene que ver conmigo. Entre “alejarte” y “acercarte”. Entre
40 y 45 grados. Entre prepararte el desayuno y las ganas de follarte contra la
pared. Entre frases de mierda que allanan el camino a otras. Entre todo y nada
siempre encontramos el modo de verle sentido a la Torre Pelli. O de morder los
pies a los fantasmas que no saben volar. Lo que tiene que ver contigo, a veces
es la peor forma de explicar una ventana con vistas al mar o al desierto. Sabes
cómo detener una caída libre y que no pase nada. Yo no. Ni quiero aprender a
hacerlo. Lo que tiene que ver contigo, casi a cualquier hora de cualquier día,
lo tiraría en el peor contenedor de la ciudad. Para más tarde, hija de puta,
volver a recogerlo.