sábado, 14 de diciembre de 2013

ALGO PARECIDO A LA METAFÍSICA O A TI


Que sí, que hay otras formas de vencer al frío. Los dos lo sabemos y nos reímos antes de empezar. Me haces un recorrido desde Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, Ockham hasta Kant, Comte, Hegel y Schopenhauer. Y en Kant te detienes para sostener el mundo y la copa de vino. Entre ambos floto sin mirar al suelo y sin tener demasiado que perder en este instante. No estoy muy convencido de que el alcohol ayude a consolidar en mi memoria o en mi pulmón lo que dices pero entiendo a la perfección el movimiento intrínseco de lo que se dilata en el espacio que no respetamos. La “causalidad” y D. Hume hacen una excepción contigo pero no te lo digo. El "criticismo" se expande por las sábanas y se evapora. La “condición de posibilidad” está clara. Continúas sin edulcorantes ni sabores prefabricados con Nietzsche y Heidegger. Joder, cómo suena esto en tu saliva. Y finalizas con un doble mortal con G. Deleuze y M. Foucault del que intento ser parte pero me conformo con que me salpique el agua de tu salto. Algún ladrido estira la noche un poco más. Y sigo sin tener cojones para decirte que la metafísica no me dice una mierda si no está tu cuerpo en algún lugar de la casa.

domingo, 17 de noviembre de 2013

POR EL LADO MÁS BESTIA DE LA VIDA


Dices que te gusta como huelo y que me odias. Yo poco sé hacer a parte de seguir esnifándote sin detenerme en si es de noche o en si Wert ha dicho otra gilipollez. Por el lado más bestia de la vida (Albert Pla) siempre te encuentro. Desde tu sujetador puedo ver también toda la ciudad. Qué no decirnos cuando la botella está vacía y el frío nos aprieta el estómago y la lengua. Si me quedo, cerraré los ojos cuando me estés mirando. Me irán faltando cada vez más partes. Me irán recordando cada vez más a cosas que no me sirvieron para nada. Lo que alumbra puede ser tu garganta o la gasolinera. En ambos sitios consigo arder indefinidamente. No hace falta decir que “indefinidamente” siempre significa hasta que tú quieras.

domingo, 6 de octubre de 2013

TENGO QUE RECONOCER QUE HAS HECHO UN TRABAJO FINO // Y LUEGO, DOS FRASES



TENGO QUE RECONOCER QUE HAS HECHO UN TRABAJO FINO

Lo has tambaleado. O has implicado algún jodido seísmo en mitad de la pesadilla. De cualquier forma, no voy a formar pirámides para derribar o levantar puentes. Las tormentas no se intuyen. Simplemente te metes en ellas. Entre lenguas y dientes con un síndrome de desconocimiento absoluto cuando se trata de encontrarnos en el sofá. Dónde mierda sea. Hay espejismos que se parecen a ti. Y tú eres el peor de todos.


Y LUEGO, DOS FRASES

Y luego está Madrid, que es difícil de explicar. Y de entender. Y de que no impacte. Si apuntas, sueles dar. Aunque falles. Tienes esa maldita costumbre. Entre tus piernas se consume la noche y yo. Yo y la noche. En el orden que quieras. En el órgano que quieras. Voy a masticarte hasta que abras la puerta, la ventana y el frigorífico. Vas a tragarme hasta que olvides de qué estaba hecho. No quiero follarte. Quiero separar mis costillas y tus muslos. Quiero poner la tormenta contra la pared y mirarte la lengua mientras dure la avalancha. Luego podremos follar. O resucitar. O seguir matándonos de esta forma ácida, cruel y adictiva, que nada tiene que ver con morirse.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

SALAMANCA


PARTE 1

J me recoge sobre las 10:20. La noche anterior no dormí una mierda. Quedamos con P, A y PR para comprar los bocadillos y coger el autobús hasta la oficina de alquiler de coches. Esta vez, y debido a varios incidentes previos, “obligamos” a PR a quedar con nosotros y tirar todos juntos. PR ha sido quien ha hecho los trámites para el alquiler. Ya en el autobús, nos cuenta que tiene el DNI caducado. P le pregunta que por qué no lo ha renovado antes. Explicación de PR: “Me caducó en julio. Pero como hasta agosto no me paró la guardia civil, no me di cuenta”. Magnífico. Llegamos un poco antes y nos dicen que aún no tienen el coche. Damos una vuelta y volvemos al rato. Nos dicen que el coche que hemos alquilado no está disponible y que nos dan otro de gama superior por el mismo precio. El maletero es pequeño. J y yo insistimos en que era mejor llevar macutos precisamente por esto. A lo entendió a la primera. P y PR no. Aunque la maleta de PR es pequeña y no da problemas. La de P ocupa casi medio maletero. Pero era pequeña. Según él. Además lleva una mochila. Y una bolsa. Y porque no tiene más manos. Después de un rato jugando al tetris, conseguimos encajarlas todas. Primero conduzco yo. J va de copiloto y de DJ. En el móvil tiene Pereza, Love of Lesbian, Andrés Suárez, Quique González etc. Y una lista de canciones que se llama “Crazy crazy crazy”. A insiste en ponerla. J asiente efusivamente. En la segunda canción quiero saltar del coche. “Salomé” (la que sospechosamente, y sin sentido ninguno, a P le vuelve loco. Increíblemente loco. Y la canción es increíblemente larga. Creo que hasta que no llegamos a Badajoz no terminó. Sus muertos.), “Rabiosa”, “Livin´ la vida loca”, “Me pones a 100”. Y así sucesivamente. En Mérida paramos para comernos el bocadillo y conduce J. La otra mitad del camino la paso en el asiento de atrás con P y PR. PR lleva un cojín para la espalda. PR duerme a todas horas y en cualquier sitio. P lo intenta pero es complicado. Nos tiramos un buen rato buscando las gasolineras más baratas en una aplicación del móvil de P. Sólo P puede tener una cosa así en el móvil. Y otras que no diré. Como es lógico, nos pasamos la primera entrada por la mierda de buscar esa gasolinera y tenemos que entrar por otra. Por fin llegamos y dejamos el coche cerca del hostal. El recepcionista nos dice que no hagamos fiestas en la habitación porque hay personas mayores y niños. Alquilamos una doble y una triple. Nos ofrece darnos llaves extras por si no volvemos juntos por la noche. Eso nos desconcierta un poco. Así que todos miramos a PR a ver qué dice. No dice nada. Clava su mirada en el recepcionista. Hasta que digo que no hace falta. De alguna forma PR acaba en la misma habitación que A y J. Las habitaciones están bastante bien. Aunque lo que es genial es la ducha. Tiene mil formas de “chorro”. Parece una jodida nave espacial. Soltamos las maletas y vamos a aparcar el coche a otro sitio. Por alguna extraña razón, se me ocurre que lo lleve o A, o P o PR. A J le parece una idea estupenda. A y P dicen que pasan de coger el coche por la ciudad. PR dice que sí. Yo digo de grabarlo porque intuyo que va a estar curioso. P dice que no. PR saca el coche del aparcamiento como puede. Va en primera. No mete segunda. Sigue en primera. Parece que vamos en una carreta del rocío. No hay señales de que vaya a cambiar de marcha. Un hombre se pega a un coche para que PR pase. PR se para. El hombre está atrapado entre un coche y el nuestro. PR mira al hombre. El hombre nos mira a los cinco. PR le hace gestos con la mano para que pase. El hombre intenta hacerle ver a PR que no puede salir de ahí. J le dice a PR que avance, por dios. PR avanza. PR por fin mete segunda. PR dice que el profesor de su autoescuela le dijo que cuando tuviera que ir lento, fuese en primera. A saber la conversación entre PR y su profesor de autoescuela. Empezamos subir por un trayecto que es una cuesta. Nos coge en rojo el semáforo. Se pone en verde. Se cala el coche. Empezamos a ir para atrás. Detrás hay otro coche. La reacción de PR es mirarse las rodillas. Seguimos yendo hacia atrás. La colisión es cuestión de segundos. PR sigue mirando hacia abajo no sabemos el qué. P golpea el asiento de PR a ver si reacciona. A alterna “ojú” con “vamos allá”. Yo grito “Chiquillo el freno”. PR sigue sin hacer nada. Hasta que a un centímetro de darnos con el otro coche, J echa el freno de mano. El semáforo está de nuevo en rojo. P dice “En realidad, esto ya ha dejado de tener gracia hace un rato”. Yo le contesto “¿Ves como teníamos que haberlo grabado?”. Damos vueltas pero no hay dónde aparcarlo. Estamos en otra cuesta con un paso de cebra. Esta vez no hay semáforos. Vuelve el peligro. Cruzan dos yonkis. PR comienza a acelerar. En el coche se escucha “¡Que vas a pillar a los yonkis!”. Se nos quedan mirando. PR, por supuesto, mira a los yonkis también. Uno de ellos pasa rozándose con la parte lateral del coche y dirigiéndose a la ventana de PR. No llevamos ni una hora en Salamanca y ya la vamos a tener. El yonki finalmente sigue hacia delante. Creo que fue porque vio que éramos cinco. Finalmente J se cambia porque ya hemos tentado a la suerte demasiado. Aparcamos y regresamos al hostal.
La primera noche no había apenas gente. Así que regresamos pronto al hostal. Por una vez queríamos ver la ciudad en condiciones.    


PARTE 2

Por la mañana fuimos a ver la ciudad. J y A estuvieron tres cuartos de hora buscando “la rana en la antigua universidad. P, PR y yo nos adelantamos para ir otros sitios. Después de un buen rato, volvimos a juntarnos. A P y a A se le metió en la cabeza bajar de nuevo para hacerse una foto con el Lazarillo de Tormes. Así que J y yo fuimos a tomarnos una cerveza y una tapa a unos de los bares de la zona. El tipo del bar era el tío más “tieso” y borde que hemos visto en la vida. Pero ya nos daba igual. Más tarde llegaron A, P y PR. Después fuimos a dormir un poco. P y PR hibernan. Sobre todo PR. Duerme como un oso. Es algo fuera de lo normal. Como también lo es la postura de J en la cama.
Después de cenar, bebemos en la habitación mientras jugamos al póker. No sé muy bien en qué momento de la partida, ni por qué, PR coge el cinturón de P (que se lo ha quitado por una razón que tampoco voy a decir) que está encima de la cama y da un “cinturonazo” en la mesa. Salen tres cartas volando. Da un segundo golpe y la hebilla está a punto de darle a A en la cara. A se pone loco “perdío”. PR pone cara de circunstancia. Una vez se tranquilizan todos, le preguntó a PR que por qué ha hecho eso. PR dice: es que quería darle a P. Estupendo. Esa noche todos íbamos finos. Entramos en un pub para pedirnos una oferta de tequila. Nos vamos al escenario. Vuelvo a la barra. Y cuando regreso, veo que P está bailando como un bailarín cubano con una brasileña que va pasadísima. En realidad, la amiga brasileña lleva a P. Parecen gacelas saltando. Ahí se hizo la mejor foto del viaje. De todos los viajes, a decir verdad. P y la amiga brasileña vienen y van, salen y entran. Se rozan de una forma explícita y sensual. O como monos. P está a tope. Con la amiga brasileña no se puede hablar. Con P se puede razonar, algo. J “perrea” con la otra amiga brasileña. No voy a dar más datos de ese “perreo”. Salimos de allí y vamos a otro garito. Éste es de guiris. Antes de entrar, le doy una patada a una lata (enfrente del portero) y resuena como una bomba. El portero me mira. Yo miro al portero. Digo “Buenas noches”. El portero dice “Pase”. A viene detrás de mí. El portero le dice a A “Usted no”. A le pregunta “¿Por qué?”. El portero vuelve a decir “Usted no”. A insiste. Nos van a meter. “He dicho que no”. A está enfadado y dolido. Durante toda la noche.


PARTE 3
 
J no puede con su vida. A no está pudiendo dormir nada. La primera noche fue PR yendo al baño cuatro veces y abriendo la puerta como si fuera los SWAT. La segunda noche J está malísimo y no se puede “ni mover”. No lo dice pero me juego lo que sea a que PR se quiere quedar en la cama también en vez de venir con nosotros a seguir viendo cosas. No lo dice pero todos los sabemos. Esta vez encontramos un bar mejor. Te ponen tapa y cerveza por 1,70. No iba a hacer ningún comentario al respecto, pero lo voy a hacer. Los bares en Sevilla (y no lo digo sólo por Salamanca, está Granada, y mil sitios más) dejan bastante que desear en ese aspecto. Lo mismo existen bares así en Sevilla. Lo desconozco. Y a los que he ido, son una mierda. Si alguien los conoce, ruego que me lo digan. Con dos ofertas, ya estamos comidos. Cuando regresamos J se encuentra mejor. Y PR por fin puede echarse su siesta. Y P. A y yo no dormimos apenas. Esa noche J está a la defensiva y no quiere beber. Aún así, el resto nos ponemos un poco ciegos. Al bajar del hostal, y cruzar, una relaciones pública nos dice de ir a un bar; tiene no sé qué ofertas. A, J y P hablan con ella para preguntarle qué oferta es. De repente PR se mete en medio y dice “Disculpa a mis amigos porque van muy borrachos”. Él, de hecho, era el que peor iba. No recuerdo bien en qué momento fue, pero J y A aparecieron con dos sombreros de “canis” horrorosos. De hecho, varias veces le preguntaron si eran unos “barrieros”. No pasó mucho más esa noche. O al menos yo no lo recuerdo. Por suerte o por desgracia.

PARTE 4

Fue la última noche. Bebimos vino porque la resaca es más suave y al día siguiente teníamos que conducir. En realidad, apenas bebimos. Al salir del hostal, en la misma esquina que los días anteriores, había tres relaciones públicas. Una de ellas nos dijo que nos daba chupitos gratis y la segunda consumición gratis también. Yo entendí otra cosa. Por el camino P dice “It´s free”. A lo que nuestra amiga responde “No no, no hace frío”. No nos fiamos ni un pelo de alguien así. Pero ya no hay vuelta atrás. Nos tomamos los chupitos y nos vamos. Nos cruzamos a la chica y nos dice que la hemos engañado. Después de tres días estafándonos a nosotros los relaciones públicas, diciéndonos “sí sí, está al lado”, estando en Mordor, y contándonos mil historias. Alguna vez tendría que ser al revés. Entramos en los bares de otros días a tomarnos algunos chupitos y acabamos en el mismo garito de noches anteriores. Al llegar, J y yo vamos al servicio. Primero entro yo. A la derecha veo a un tipo orinando en el lavabo. Busco el váter. Entra J. Se escucha a un tipo decir “Cierra la puerta. Aquí no entra ni sale nadie hasta que no me meta esto”. J está en medio. “Que yo con la coca me pongo muy violento”. Se ha puesto perdido el antebrazo de cocaína. “¿Quieres?” Le pregunta a J. J dice que no. Por fin salimos del baño. Nos volvemos a pedir una cerveza y un chupito de tequila. Después de estar un rato, decidimos ir a otro garito porque está jodidamente lleno y es imposible moverse. En éste también ponen buena música y no está tan lleno. Hay un grupo de tíos que cada vez la lían más. Creo que van hasta las cejas. De pronto uno se sube al escenario y amaga con saltar. Seguidamente los otros forman una fila para cogerlo. Efectivamente salta. Y efectivamente van hasta las cejas. J y yo incitamos a PR a que se suba al escenario y haga lo mismo. PR duda. Pero al final sube. No hasta arriba del todo, sólo desde unas escaleras. Lo cogemos entre P, A, J y yo. PR está feliz. Nuestros brazos una vez que se quita, también. PR se une al grupo de los que van hasta las cejas. Yo en algún momento, después de poner un temazo, me cruzo con alguno y me mira con la cara totalmente desencajada y sin saber dónde está, sin saber si morderme o darme su cerveza. Nos vamos de allí para el hostal. PR llevaba desde el día anterior con la maleta hecha. Pero por alguna razón, al levantarnos, la tiene deshecha. Sospechosamente dejamos las habitaciones a tiempo. Vamos a comer algo a un Mcdonald´s antes de salir. La primera parte del camino la lleva J y la segunda yo. El viaje de vuelta fue parecido al de ida. Más o menos.


BONUS TRACK #5

Salamanca me quema los labios. Literalmente. No recuerdo la última vez que tuve que usar “cacao”. Me quema los malditos labios hasta quedar sólo restos tuyos en carne viva. Hasta conseguir que me arrepienta. Cada jodido minuto que estuve ciego, son países que extinguí por no ubicarte. O por ubicarte demasiado. A 462 km hundes tus dedos en mis aurículas para recordarme que puedes dejar de bombearme en cualquier momento. Y lo notaré cuando ya sea tarde. Cuando no haya reanimación que sirva o que lo haga retroceder. A 462 km puedo odiarte hasta límites que ni te imaginas.

sábado, 14 de septiembre de 2013

ADVERBIOS CAMUFLADOS


Es la jodida sensación de estar en domingo. Este sábado sin excusas para decirte “o vienes o voy”. Sin excusas para decírtelo pero no te lo voy a decir. Es la jodida sensación de verte a cámara lenta. No sé qué día me doblé la muñeca. Me duele más al pensar en ti. Me duele menos cuando te busco en el whatsapp. Mi insomnio converge con tu insomnio y la ciudad se llena de orgasmos que no saben dónde agarrarse. Camuflamos adverbios de lugar en paradas de metro. Si me paso, resetéame. Sin preguntarme. Sin guardar los cambios. Es la jodida sensación de estar en domingo. Este sábado sin excusas para decirte “o vienes o voy”. “O nos rescatamos o nos ahogamos en la próxima orilla”.