sábado, 29 de diciembre de 2018

NUNCA TE LO DIJE PERO ESTUVE EN KOH TAO

PARTE 1: CHARLOTTE

Esta noche Charlotte no viene a dormir. Ella no lo sabe pero desde que no pasa la noche en casa, he desarrollado un pseudo insomnio que está jodiéndome la rutina. No es romántico. Tal vez evolutivo. Sea como fuese, no puedo dormir absolutamente nada cuando ella no está. Charlotte casi siempre tiene razón, incluso cuando se equivoca. Y esto no consigo entenderlo. Hay amenaza de lluvias torrenciales en la costa de Koh Tao. La mujer del tiempo no tiene claro cuánto durará pero sonríe igualmente. Charlotte tiene la costumbre de no despedirse por whatsapp antes de irse a dormir; lo cual hace que me quede esperando un mensaje que casi siempre llega entre las 7:32 y las 7:36 de la mañana siguiente. Todos los diarios digitales abren con el mismo titular: “El virus Z ha vuelto a mutar y los tratamientos de décima generación han dejado de ser efectivos”. En el último mes han cerrado cincuenta y dos laboratorios sólo entre Bangkok y Chiang Mai. En la vida todo se resume a matemáticas o poesía. Y con los números no se discute. Simplemente se admiten. Las farmacéuticas están arruinadas por la ineficacia de los antivirales. A veces las matemáticas y la poesía confluyen, y entonces, lo llamamos justicia poética. O karma. O simplemente paciencia. Charlotte no lo sabe pero ya he olvidado las noches que llevo sin dormir por su culpa. Aunque estoy convencido que ella sí lleva la cuenta.



PARTE 2: LABORATORIOS XHER S.L.

Estoy casi seguro de que es domingo aunque ayer fuera viernes. Compré una ensalada de papaya en un puesto callejero y acto seguido dispararon a un policía en la puerta de un puticlub. Supe que era policía porque tenía la parte de arriba del uniforme sin abrochar. Supe que era un puticlub porque esas cosas se saben. Nadie se acercó. Nadie preguntó. Tiré el resto de ensalada y busqué un taxi. Mientras esperaba revisé la cuenta bancaria en el móvil y por fin me habían ingresado el finiquito: “Transferencia de LABORATORIOS XHER S.L.: 30.500 ฿”. Me despidieron tras un recorte en la plantilla del cincuenta por ciento. El virus Z sólo afecta a hombres entre los 30 y 50 años de edad aproximadamente, con una estadística en este rango del 98,3% de los casos detectados. Esto último aún no lo saben ni el Departamento Mundial de Enfermedades Infecciosas ni el Departamento Mundial de Investigación Microbiológica. Hace dos días recibí un email de Anna von Jick que decía: Confirmado. Anna y yo trabajamos paralelamente a la investigación que hacemos en los laboratorios oficiales desde el inicio de la pandemia del virus Z. No queríamos que ocurriera lo mismo que sucedió con los virus HX37 y PMD. La cura a estos virus se encontró con bastante rapidez, tras superar la Fase III con éxito y también la Fase de Aprobación y Registro. Posteriormente se aprobó el inicio de la Fase IV. Ante la pasividad de las farmacéuticas, el Comité de Ética tuvo que exigir la inmediata comercialización de los antivirales la cual se estaba posponiendo por cuestiones exclusivamente económicas, ya que la única forma de tratar estos cuadros era sintomáticamente: antipirépticos, antiinflamatorios, analgésicos, etc. Los ingresos de las farmacéuticas se multiplicaron por quinientos en cada una de estas pandemias.
Al terminar de hacerlo, Charlotte siempre se quedaba dormida desnuda en cualquier parte de la cama. Entonces yo, con cuidado, reestructuraba la geografía de las sábanas a su medida. Ahora me dirijo en un taxi probablemente ilegal, a casa de Anna para que me explique todos los detalles. Por el camino rebota lentamente en cada una de mis neuronas la frase que descubrimos en aquel hostal de Berlín: “Después de corrernos, nada de lo que hicimos mereció la pena”. Y así fue hasta que te conocí.

sábado, 8 de diciembre de 2018

PHOENIX NUNCA MÁS


Te conozco porque una vez
me lamiste el corazón
como una gata confundida.
Y la tormenta no se detuvo,
y existían desalojos por la salida de emergencia,
y neumonías atípicas,
y faros destrozados.
En un 24h encuentro todo lo que no entendí.
Que sí, que hace frío
y no respondí a tu última pregunta,
que golpeaste mi estómago como si fuera un charco,
que cruzaste mi frontera con los focos apuntando
                                           y no saltaron las alarmas,
que tus pensamientos bajan
por mi garganta sin abrir los ojos,
que el olvido está de puta madre
si tiene que ver contigo,
que te lo puedo explicar de nuevo,
y de nuevo me mirarás
como un domingo por la tarde sin fútbol ni elecciones.

Pero la verdad, es que me da igual la hora,
que seas luz o gravedad.
Me da igual que lo sepas arreglar
y que el hotel esté reservado.
Me da igual el vértigo
que sacude mi yugular al verte.
Me da igual que lo pronuncies
como si nunca lo hubieras dicho.
Me da igual que sigas teniendo la maldita llave.
Me da igual que no haya nadie como tú.

No quiero que abras la puerta a patadas.
Sólo quiero que la cierres al salir.

sábado, 3 de noviembre de 2018

NI VOLVER NI CASA // 168 HORAS Y 39 MINUTOS


NI VOLVER NI CASA

“Cómo dudar que nos quisimos.../
Pero jamás en el mismo día”
Ángel González

Regresar a casa sin ti no es volver, ni tampoco a casa. El tiempo que falta imagino que lo doy de alguna manera: cuando enciendo una luz o al elegir el suavizante adecuado. Son las 5:06 de la mañana y pasan coches por la avenida donde al final de todo, paraba tu autobús. Pero sólo al final de todo. Hay demasiados aparcamientos libres y una temperatura casi orgásmica. Me conformo con poco. Un gato blanco se asusta al verme en el portal. Pocas compañías son mejores en este momento. Mientras subo en el ascensor solo tengo dos pensamientos: el sofá sin tu gomilla del pelo y los tacones volcados en tu lado de la cama. Me gusta explicar nuestra mejor rareza: querernos siempre en momentos diferentes. A la vez puede hacerlo cualquiera.


168 HORAS y 39 MINUTOS

Al parecer los coches de caballos no se detienen en los semáforos. El partido Benfica-Moreirense me ha jodido la apuesta. Hoy no te molestaría la barba. Ha sido un día extremadamente largo. Y tienes razón, te dije que te esperaría. Sin postdatas ni acepciones en la última línea. Te dije que te esperaría sin más. Ni menos. Y con todo, aún así. Te he esperado durante 168 horas y 39 minutos. Te he creído cuando me explicabas que pueden existir azoteas cerradas. He pensado en ti incluso cuando no sabía en qué coño estaba pensando. He mirado el móvil buscando que tu nombre saltase de repente por arte de magia, entre el resto de conversaciones. Me he arrepentido de decírtelo: no entiendo prácticamente nada de ti pero me haces sentir jodidamente bien. Iba a subscribirme a tu cambio horario con repercusiones fatales en el espacio, tiempo y orgasmos. Pensaba que nadie abrazaría peor que ella y apareciste tú. Ya no estoy seguro si tu nombre empezaba por M o por A. O por ninguna de las dos. Pero tenías razón, te dije que te esperaría. Cumpliré mi palabra. Voy a esperarte hasta que vuelvas de una vez o hasta que me olvide completamente de ti. Lo que ocurra primero.

sábado, 25 de agosto de 2018

MANÍAS

Uno tiene sus manías y con el paso del tiempo
se hace más difícil cambiarlas u olvidarlas.
Por ejemplo, dormir con la persiana echada
sin que entre ni una gota de luz,
escribir con música de fondo,
comprobar que he cerrado la puerta,
dormir tapado aunque haga cuarenta grados,
ducharme con agua más o menos caliente
incluso durante el maldito verano,
quedarme en el lado derecho de la cama,
recoger la cocina después de cada comida,
regar las plantas en un recipiente de plástico
que creo –no estoy seguro–
que es para guardar garbanzos o lentejas,
poner siempre la alarma en el móvil,
coger el sueño con la televisión encendida,
llamar a mi madre al salir del trabajo,
enamorarme hasta la médula
de todas las chicas a las que dejé,
poner Sálvame mientras leo
artículos sobre Neurología
y hacer la cama antes de acostarme.

Ya no eres la única que conoce mis manías.

Ahora echo de menos a otras que no son tú
y lo hago de una forma torpe,
casi por inercia,
casi por costumbre,
casi como si aún te quisiera a ti.

lunes, 18 de junio de 2018

DECIDÍ CONTIGO

Compartir la playa que no tienen ni Jerez ni Sevilla. Entendemos el vacío de 92 kilómetros a la perfección. A la mierda la arena si me arañas hasta que olvide en que consisten las mareas. A la mierda comprobar tus huellas en la orilla si el suelo de mi habitación tiene más memoria. Conoces mi destreza para matar moscas con una bufanda. Tu cara al verme no tuvo desperdicio. Conoces también el ritmo al tragar saliva cuando me agobio. Da vergüenza el “hay que acogerlos pero”. Deberíamos de abrazarles a cada uno/a de ellos/as y pedirles perdón. Es imposible que te quiten lo que ni tienen ni tienes, idiota. Es imposible que sepas el vaivén del puto Mediterráneo, idiota. Es imposible que aprendas lo que no entiendes, jodido idiota. Decidí contigo jugármela con la lencería sin saber qué estaba haciendo. Negra, al menos. D. Lynch después de la cena. “Dime qué noche te toca librar, me olvido” [Q. González]. Y es que quererte siempre es lo contrario de suficiente. Pero eso uno no lo sabe los domingos de resaca en apartamentos con vistas a la Catedral. Ni con mensajes esporádicos que recrean una ficción sin fisuras. Ni con bailes como rituales de algoritmos sin margen para retroceder. Aprendimos que sin ropa pensamos mejor. Que podemos cambiar las palabras de orden pero no los daños. Que no sé dónde coño estuviste todo este tiempo. Que no sé quererte sin apnea. Que tampoco sé odiarte más de lo necesario. Los dos lo sabemos. Te lo escribí en rojo en el muslo izquierdo: los orgasmos sin ti son siempre con faltas de ortografía. Y ya sabes lo que ocurre con las faltas de ortografía: podemos entenderlo pero quién quiere un paraíso defectuoso. Esperarte sabiendo que vas a llegar no es esperar. Es jugar con las cartas marcadas. Es inventar la pólvora y no usarla. Es dudar de quién es la que duerme en el sofá y quién el que pasa las tardes quitándole el pintauñas burdeos con una sonrisa del corazón a la polla mientras sueña, o al menos, mientras tiene los ojos cerrados. A cuarenta grados también se puede ser feliz. Aunque eso implique consumirnos en el intento. En el tercero, por ejemplo. O en el quinto. O hasta que consigamos que nieve de una puta vez. El verano se nos va a hacer corto.

domingo, 1 de abril de 2018

NO ES EL ROCK


<Incluso cuando todo va bien, siempre escribes cosas tristes>. No tengo nada que objetar a eso. <Y luego, en realidad, no lo eres tanto>. Tampoco tengo nada que añadir. Es difícil concentrarme y describir la felicidad mientras me explicas reacciones químicas con detalle, sin olvidar las cantidades y las proporciones que tenemos entre manos. <No deberías de poner cortinas, se estropearían las vistas>. Sigue sonando una maldita alarma a las 5 de la mañana. Aunque no siempre la escucho. Por suerte. Mía y del vecino. Hacía tiempo que España no sonaba tanto a fascismo. <Mejor me quito las gafas. Voy a dejar las tuyas sobre la mesa también>. La melodía sutil y desapercibida que apestaba sin saber de dónde procedía se deshizo por fin de la última parte del disfraz absurdo con el que se camuflaba. El problema de no llamar a las cosas por su nombre es que al final, no se llaman. Tenéis más en común con China o Venezuela que con Francia o Alemania. Pero claro, este razonamiento-lógica vuestros cerebros no lo soportaría, y finalmente, os explotarían los sesos. Y qué os voy a contar a vosotros de materia orgánica por el suelo. A un lado y a otro del camino. <No sé si morderte el hombro o la columna. ¿Qué me recomiendas?>. Primero uno y después la otra. No pasa nada por reconocerlo. A la Justicia Española le gusta también la misma melodía que a vosotros. No pararan la música. Sonreirán y enseñarán su bandera reluciente. Madrid y Cataluña son lo mismo. Sí, exactamente lo mismo. Os doy tiempo para que lo entendáis. No hay prisa. <¿Cómo lo dirías sin que sonase jodidamente cursi?>. No es el rock. Eres tú. En un principio, en mi ignorancia supina, creí que España era un país de idiotas y que nuestra estupidez no tenía límites. Ahora, asumo y acepto que España es un país no ya de corruptos, fascistas, machistas y puteros, sino de algo que es mucho más interesante sociológicamente y hasta neurocognitivamente: es un país en el cual, al menos la mitad de la población apoya y confía el gobierno y sus vidas a corruptos, fascistas, machistas y puteros. Se vota lo que se es. ¿No es maravilloso? ¿No es extraordinario que la patria, la bandera y Dios sea lo único intocable? Claro que sí. Vuestro orgullo patriota es totalmente admirable. Se pronuncia “Viva España” pero se escribe “Arriba España”. Y no, no voy a decir que me da vergüenza de ser español. Me da vergüenza de que lo seáis vosotros.

sábado, 9 de diciembre de 2017

LO NECESITO O LO PIERDO


Puedo quererte y no. Puedes joderme y también. Porque sí. Si supieras el maldito frío que hace en mi habitación sin tus cremas hidratantes, me follarías sin piedad antes de que se hiciera de día. Por si acaso. A veces duele, otras es perder el tiempo. Cocinar para ti es abrirte el invierno hasta la raíz. Puedes hacer conmigo lo que quieras. Puedo morder tu clavícula durante la tormenta, ¿se te ocurre un plan mejor para hoy? Sólo hay una duda que haga más ruido que tú cuando te vas. Pero no estoy seguro. Puedo quererte y no. Puedes joderme y siempre. Por supuesto. No sé qué haría sin ti. Ojalá tú. Domingos para jugar con tus huellas antes de que corten mis nervios uno a uno. El cielo tan duro como tu lengua sobre mis pupilas. Lo necesito o lo pierdo. Cualquier país que sepa cómo amaneces sería perfecto. Puedo quererte y no. Puedes joderme y tampoco. Ojalá tú. En cada una de las mujeres que por suerte, no se parecen a ti.