lunes, 23 de noviembre de 2015

HERMOSO FRACASO


No me gusta quitarte ni ponerte nada,
ni una coma, ni tampoco soñarte cuando quiero que follemos
hasta caer inconscientes. Te digo que no te necesito
porque sabes que, ¿dónde coño voy yo sin ti?
Suenan sirenas y todo está bajo control
                                                             si te tengo enfrente.
Suelo maldecir cuando no tengo claro el plan
si llegas sin ropa negociando una tregua infinita
que haga parar los bombardeos esta noche.
Te he mentido, he llorado por ti, pensé en otras
cuando estabas de espalda, te odié con una sonrisa,
no sé el precio de las flores, me arrepentí de no gritarlo
y te dije que “sí” cuando en realidad, ya no dolía.

Pero siempre hay otras formas de contarlo:

no supe dar el portazo adecuado,
tú lo llamas incendio, yo para qué explicarlo
si los dos sabemos que esto es 
el hermoso fracaso que lleva tu nombre.

lunes, 16 de noviembre de 2015

NÚMERO DEL PARKING


Borré tus fotos una detrás de otra,
sin importar cuándo ni dónde.
Fueron cayendo como gotas de café o de semen
                                      sobre el papel.
Acuérdate de tu nombre y del número
del parking, puede que lo necesitemos.

Me gusta cómo sabe tu perfume
pero tu lencería me ayuda más. Mucho más.
Es opaco el domingo aunque tus labios
se abran sin importarles cruzar los límites.
Tus dientes me obligan a resucitar,
escupiéndome motivos demasiado convincentes.

Es más interesante matar a Dios
que asesinar en su nombre.

Mientras bailamos,
los ojos te cambian de color.
Ya te lo dije: “Tokio ya no nos quiere”
nos olvida demasiado pronto.
¿Qué más podemos decirnos
después de leernos a Clementine Von Radics?

Estoy dudando entre volcanes
y las uñas despintadas de tus pies.

Nunca supe hacerlo bien.
Nunca pretendí conseguirlo.
Quererte supone odiarme
hasta donde no te imaginas.
Pero no sé hacer otra maldita cosa.

lunes, 9 de noviembre de 2015

¿TE QUEDASTE AQUÍ TODA LA NOCHE?


Un cable cuelga a tres metros de mi ventana, en el vacío, y creo que hay demasiado hidrógeno a mi alrededor. Un ejemplo de desierto son las horas en las que sigues despeinada y no consigo viajar a través del tiempo o de tu tanga. Los ladrillos desgastados intuyen la tormenta cuando sube el ascensor. ¿Te quedaste aquí toda la noche? Fantasmas y electrodomésticos iban de puntillas en mis pesadillas antes de pensar en ti. He perdido el cargador del móvil y ahora no sé cómo buscarte. Pero estoy seguro de que el tiempo mejorará y podré ver tu cicatriz perfecta. La perfección puede ser un vaso de agua vacío o la penúltima sonrisa en la ruleta rusa. Quiero llevarte a algún lugar donde el hielo nos haga compañía sin hacer preguntas estúpidas. Quiero que se fundan las luces y oírte gemir en todas las habitaciones. Quiero que me estallen los tímpanos y que al verte, me sangre la nariz. En la próxima página te digo lo que no quieres saber. Creo que lo mejor es no hacer más preguntas. Tú tienes razón. Y yo unas botas rotas que sueñan con tus pies. ¿Lo ves? Todo es mucho más fácil de lo que piensas. Sólo hay que pedirlo, o como hiciste tú: llevarme sin preguntar.