viernes, 10 de octubre de 2014

MI MANO SIN GUANTES // NO QUIERO BESOS CUANDO EMPIECE EL TIROTEO



MI MANO SIN GUANTES

Un nivel 2 modificado a un nivel 3 no es un nivel 4. La simpleza de esto rebota en el cerebro en blanco de quienes tienen que tomar decisiones. Ana Mato no significa nada. Ana Mátenme suena jodidamente extraordinario. Y de paso también al consejero de sanidad Javier Rodríguez. Sin remordimientos ni piedad. La fiebre no llega a los despachos hasta que “quememos el paraíso para verlo arder” (Felipe Benítez Reyes). Hablan de protocolo como quien empieza la casa por el tejado. Hablan y hablan, y cada estupidez supera a la anterior. Y lo peor no es que hablen. Lo peor de todo es que luego las hacen. Y aquí es donde el virus debería de cambiar de bando. O de planta. Mi desprecio más absoluto y sanguinario a los que hablan de medidas y errores personales en trajes de chaqueta impolutos. Mi mano sin guantes hacia ella. Las dos, de hecho.


NO QUIERO BESOS CUANDO EMPIECE EL TIROTEO

“Porque no quiero besos cuando empiece el tiroteo, porque las caricias se las guardas a tus muertos” (Kutxi Romero), porque en inviernos peores he sonreído mejor. Hay diluvios de dos gotas que son capaces de ahogarnos o de hacernos huir hacia adelante. Huirnos siempre ha sido la venganza más dulce y salvaje que nos podíamos dar. La ropa lleva tres días tendida. Se acabó el café. Las ventanas se rompieron. Y yo cuidando tus malditas huellas sobre el mármol como si fueras a crecer, de repente, de ellas.