jueves, 21 de junio de 2012

ME GUSTA EMBORRACHARME CONTIGO

Me gusta emborracharme contigo y matarnos con absenta y ginebra en cada paso de cebra. Y hacer peaje antes de subir a la azotea. Y una vez arriba, verte bailar entre la ropa tendida, intuyendo cada paso que encaja a la perfección en mi cuerpo. Y joder si asusta esto. Me coges del brazo y yo te aseguro que es mejor que no atente contra el ritmo, que prefiero verte a ti. Entonces me dices que soy el tipo más aburrido que has conocido. Pero te ríes y como un gilipollas voy rajando el cielo para hacernos una ensalada de pasta. Que sigo sin entender por qué se llama así. Pero ése es otro tema. Me gusta emborracharme contigo porque el alcohol en tu boca incluye todos los excesos que puedo imaginar. Con los que puedo soñar en este estado. Desde la azotea vemos la parte de Sevilla que matiza la ciudad que hemos fundado al margen de las noticias del telediario. Me tumbo y apoyas la cabeza en la parte final de mi esternón. Y es lo más cerca que ha estado alguien de un corazón colocado de estupideces y de teclas mal tocadas. Te aproximas a originar mi caos. Te aproximas deprisa y eficaz como un funambulista en un trayecto sin imprevistos. Te aproximas reestructurando el vértigo de mis ojos porque esta vez sí que estás aquí. Me gusta emborracharme contigo porque sé con quién voy a dormir. Porque me acuesto realmente con quien quiero acostarme. Y sobre todo, porque me despierto con la hija de puta que necesito. Aunque no te lo diga. Aunque lo sepas de sobra.

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