domingo, 11 de marzo de 2012

TÚ CON LA BOCA. YO CON UN EJÉRCITO

Me pido una Coca Cola con la esperanza de que la cafeína haga efecto. Por raro que parezca, en mí lo hace. Ella se pide un refresco también. Nunca antes había quedado a estas horas. La conversación no es que no fluya, es que es más coherente estar sin decir nada. Me hace cinco veces seguidas la misma pregunta. Le contesto cinco respuestas diferentes. Dice una cosa y la contraria. Todo esto es absurdo. Es absurdo estar sentados enfrente uno del otro. Es absurda la luz tenue. Son absurdos los pijos que están al lado. Es absurdo que la mire a ella cuando estoy pensando en ti. Es absurdo salir de casa para estar aquí. Son absurdos todos y cada uno de los pasos que hemos dado para vernos. Ha aceptado por fin que no soy yo. Hace rato que sé que no tengo ganas de ella. Bosteza y aprovecho para decir que es tarde y que deberíamos irnos. Ella insiste que está bien. Mi cerebro está pensando en partituras incompletas de cuando nos dejábamos secos. Tú con la boca. Yo con un ejército. Para equilibrar las fuerzas. Bosteza de nuevo. Insisto otra vez en marcharnos. Repite lo mismo. Va al servicio. Me fijo en las paredes y en el ruido que están haciendo unos guiris colocados. Mataría por estarlo también. Mataría por cualquier cosa que no sea ésta. Regresa del servicio. Dice que es tarde, que es mejor que nos vayamos ya. Seguro que lo ha hecho porque esta vez no dije nada. Mis costillas están aplaudiendo, por fin. Nos despedimos de la forma más inerte que recuerdo. Qué menos. Enciendo el mp4, “Busco raíces pero todo me es extraño salvando que estás conmigo./Incompatibles pero acostumbrados, viviendo en el cuarto piso”. Cruzo San Jacinto, ya sólo falta la otra mitad de Pagés del Corro. Se hace jodidamente largo. “Necesito acertar aunque sea un rato”. Ya he llegado a casa.
Ahora estoy tumbado en la cama con los ojos abiertos. Esperando a que pase el efecto de la Coca Cola o de ti. Hoy no soy exigente. Lo que venga primero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario