martes, 13 de marzo de 2012

NOTHINGMAN

No te pongas en mi lugar, ni muerdas mis miedos. Siempre hay una opción mejor. Elígela. No me expliques las leyes físicas si nuestra gramática no se puede sostener. No me pidas permiso para follarme ni para dejar de hacerlo. Si el zinc retrocede cuando cierras los ojos, seguirá teniendo anemia la jodida primavera. Pero por si acaso, no borraré tu número. No te pegues al cristal si no me ves, simplemente coge una silla, rómpelo y pásame la factura. Incluso los gilipollas dicen cosas interesantes cuando se callan. Por eso yo “sé callarme en doce idiomas” (M. Benedetti). No me digas qué haremos mañana. Se detiene lo que gira a nuestro alrededor, que tampoco es mucho, que digamos. Se detiene pero tú no te detengas. Mándame a la mierda mil veces pero espérame cuando salga, por favor. Yo me olvido de tus turnos, aunque ya sabes que me verás allí cuando termines. No me pongas hoy otra canción que no sea “Nothingman” de Pearl Jam. Ponla en bucle, en repetición, o cómo coño quieras, pero que vuelva a sonar. “Once divided...nothing left to subtract.../Some words when spoken...can't be taken back...”. Es imposible que no lo entiendas todavía. Eso eras tú, una repetición mejor que la anterior. Sonabas igual. Pero no eras lo mismo. Y sigues sin enterarte de una mierda. No mires las instrucciones porque no te explican cómo solucionar algo que “has arreglado mal cuando no estaba estropeado” (Coque Malla). Sigue puesta la canción. Tú no. No me preguntes nada. No recompongas la piel que he gastado en los móviles táctiles por ti. Lo prefiero así.
Ya sabes que siempre queda algo que decir cuando aseguramos que está todo dicho. Sólo hay que preguntar otra vez. Salvo en esta ocasión.

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