Tenemos la inteligencia para no dejar de decir estupideces. Tenemos bailes de salón para mirarnos los pies cuando no tengo cojones de aguantarte la mirada. Tenemos a Marlon Brando para seducirnos y a Scarlett Johansson para reparar los daños. Tenemos a Norma Bessouet y a Gustav Klimt para que nos camuflen la mediocridad que derrochamos cuando estamos enfrente. Tenemos un sueño para no hacer realidad en unos lavabos a las afueras, que soportan como nadie el frío y la humedad. Tenemos la negación eficaz de nuestros cuerpos cuando bajamos el telón y el guión es una puta mierda. Tenemos a Jorge Javier Vázquez para calmar las neuronas y a Punset para darle la vuelta a la tortilla, siendo igual de necesarios en proporciones similares. Tenemos condones que mueren por nosotros y pulmones hechos a medida para asfixiarnos como nadie. Tenemos a Borges para ponernos la sangre de gallina antes de aprender a leer. Tenemos detergentes azules y lentillas amarillas para ofrecernos algo distinto. Tenemos a Google para perdernos definitivamente y a Megaupload en huelga de hambre. Tenemos razones para no volvernos a ver más. Tenemos hormonas para echarnos de menos. Y tenemos nostalgia de arreglarlo. Lo único que no tenemos es ganas de hacerlo.
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