miércoles, 2 de noviembre de 2011

SÓLO TRES OPCIONES

Impregnado de alcohol y de ti, a las 4 de la mañana cualquier ciudad puede ser Viena o Cracovia si cierras los ojos. O si los taxis no se acuerdan de sintonizar la emisora correcta. Todas son válidas menos Máxima FM. Ya no hay humo en los garitos. No estoy ni a favor ni en contra. Simplemente, digo que no hay humo. Y eso los ojos lo agradecen. Un tipo me habla de poesía y de novelas. Alterna Dylan Tomas y Emily Dickinson con James Joyce y Aldous Huxley. Sabe bastante, pero me está empezando a doler la cabeza ya. Me pregunta qué leo y yo y le digo que en mi vida he leído un libro. Me dice que cómo puede ser eso. Le explico que a menos que tengan dibujos, me aburren. Me grita al oído que no sé lo que me estoy perdiendo. Que me puede recomendar algunos libros para comenzar. Que si tengo dónde apuntarlos. Le digo que sí. Saco el móvil y hago como que escribo los títulos aunque en realidad estoy escribiendo “Este tío es un puto coñazo”. Al terminar, le digo que ya los leeré. Todos y cada uno de ellos. El tipo parece contento y siente que ha hecho algo productivo por la sociedad. Sea como sea, son las 4 de la mañana y a estas horas sólo valen tres opciones: un polvo, dormir o una hamburguesa.
La próxima vez que se me acerque un tipo hablándome de poesía y de novela, le diré que todos los jodidos clásicos se resumen en el hilo finísimo de tu tanga. Que lo que no quepa ahí, está demás. Porque lo que leo al quitártelo, dudo que alguien escriba algo parecido. O más interesante.

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