viernes, 4 de noviembre de 2011

POR EJEMPLO, TÚ

Quedarse un viernes por la noche en casa, se parece a una puta sin maquillar: se ven otros encantos en lugares extraños. Como las ojeras pidiendo a gritos más somníferos o los labios queriendo descansar en ninguna boca. Sabes dónde encontrarme. Sé cómo perderte. Y también dónde te pierdes. Hago que aparezcas y desaparezcas en cualquier anuncio de televisión, en el estribillo de una canción o en el postre que me olvidé de tomar. Me gustaría explicártelo de otra forma. Son, por ejemplo, los ascensores que se retrasan y hay que subir por las escaleras, los puentes elevadizos que se elevan y se cierran lentamente, con tiempo de sobra para huir y volver a empezar, y también los retratos que dejamos para mañana. Cómo explicártelo. Es, por ejemplo, el vestido que dejé en la tintorería para recogerlo cuando des la señal, el camino incorrecto que nos hacemos a diario y la salida de emergencia que nunca sabemos dónde carajo está. Quiero explicártelo mejor. Son, por ejemplo, los otoños que renacen en invierno, las coartadas perfectas en nuestros crímenes sin resolver y la claridad de un “ya veremos”. Sigo intentando explicártelo mucho mejor. Es, por ejemplo, que te disparen a ti y sangre yo, las puertas automáticas que se atascan al vernos pasar de largo o la idiotez de mis “porque sí”. Cómo explicártelo. Por ejemplo, tú.

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