jueves, 3 de enero de 2013

ANATOMÍA DE TU CAOS

En realidad, no hace tanto frío. Pero la estufa no está de más. Hay partes de tu cuerpo que me recuerdan a lugares en los nunca he estado. A noches de alcohol en las que decidí no olvidarte para colisionar contigo como quien choca con algo que no destroza. Y hablamos de drogas, de la Generación Beat y de los Sex Pistols. Hablamos demasiado, diría yo. Por algo hay que empezar, dirías tú. Y ambos dijimos que lo mejor era dejar de decir cosas. En realidad, esa maldita canción cuando la empecé a escribir, no hablaba de ti, aunque terminó describiendo la anatomía de tu caos. Hay piercings que son bombas de relojería. Hay tatuajes que indican el sitio exacto para perder el control. Y dan las recomendaciones para que todo sea más fácil, para que no haya imprevistos de última hora, para que no rompamos el espacio de nuestros crímenes favoritos. El tobillo sigue jodido pero ya reconoce tus manías. Por no decir tus posturas. Si me quedo en blanco en mitad de tu espalda, no me lances un salvavidas. Que aparezca la tormenta perfecta y estaré de pie para coger el ritmo. O con los ojos cerrados para apuntar el remite. Medito la forma de dejar en los huesos los atajos que coges para no llegar. Medito la forma de irme para tener ganas de volver. Y de repente te viene a la cabeza la letra de una canción “Cerca de aquí hay una casa de apuestas…/ Despierta y haz como si nada te afecta…/ Nos falta pista de baile para bailar tu canción” (Lori Meyers). Y de repente también, todo encaja. Aunque todo sea una mierda. Pero encaja. Y entonces, es cuando pienso que sería perfecto que se produjera un apagón en la ciudad. Porque por una vez, no tengo nada más que decirte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario