lunes, 10 de diciembre de 2012

CUANDO YO NO ERA EL MISMO

Te acercas a mi cuello por detrás mientras toco el piano. “So payaso”, “Las nubes de tu pelo”, “Come pick me up”, “The wolves”, “Y sin embargo”, “En tu agujero”, “Perdón por los bailes”, “Bajo la lluvia”, “El equilibrio es imposible”, van sonando al ritmo de la lluvia. La guitarra también forma parte de esto. El whisky en tus labios es mi tratado de independencia favorito. Nos compenetramos para que las letras no se queden huérfanas cuando uno se queda en blanco. Nos he explicado sin pretenderlo. La armónica pone el ambiente metálico para acercarnos un poco más. Está insonorizado. Ya conocías este lugar. Hay vinilos de Los Beatles, de Creedence Clearwater Revival, de Pink Floyd y de Dire Straits. Hay una atmósfera a besos mojados que hace que no necesitemos estufa. Mi corazón resuena como el doble bombo de un grupo de hard cord. Y como un soldado que no cree en la guerra, va descosiendo lo que no sabe a ti. Apagas una luz y enciendes otra que nos deja casi a oscuras. Tocar así implica que puede caerse el edificio que seguiremos sonriendo y temblando. Y me hablas de cuando yo no era el mismo. Cuando un iceberg adornaba mis mejores noches, cuando tú eras tú, y yo cualquier tipo diferente a mí, cuando yo no era un lugar para estar ni sabía estar en ningún lugar, cuando no hacía falta abrir la boca para que supieras que no estaba pensando en ti, que no estaba pensando en nada. Cuando tú imaginabas ascensores sin última planta y yo era una calle desierta un domingo por la tarde. Cuando por más que me hacías señales, yo era un invierno caducado. Aunque no lo sepas, “cuando yo no era el mismo, te quería también” (Luis García Montero). Da vergüenza decirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario