domingo, 4 de junio de 2017

ONCE


No lo sé decir pero puedo hacerlo. Oscilo de quererte a odiarte sin que exista un motivo para una cosa o para la otra. No descartamos que nos echen del baño de la biblioteca o de la azotea de algún edificio de tu barrio. No descartamos que esta sea la última vez o que definamos al desastre prolongado. Una guerra en la que tú eliges las armas (L. G. Montero), una paz que aburre al lado izquierdo del corazón. Los turnos de noche acaban antes si la luz de mi pantalla coincide con tu pijama de Los Rolling. Y el desayuno es tu tanga en el pomo de la puerta. Y mis pesadillas se enfrían con tu saliva lentamente. Busco un sonido que me desvíe del trayecto hacia ti. Todo lo que me conmovía se ha roto o no lo entiendo. Le has quitado el nombre a las cosas que me rodean: casa, orgasmos, resaca, futuro, verano, once. No lo sé decir pero puedo hacerlo. Oscilo de quererte a odiarte sin que exista un motivo para una cosa o para la otra. Aunque sea de esta forma torpe y estúpida. No debí haberte dicho que te quería. Las verdades siempre explotan. Y tú te fuiste sin hacer ruido.

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