lunes, 9 de noviembre de 2015

¿TE QUEDASTE AQUÍ TODA LA NOCHE?


Un cable cuelga a tres metros de mi ventana, en el vacío, y creo que hay demasiado hidrógeno a mi alrededor. Un ejemplo de desierto son las horas en las que sigues despeinada y no consigo viajar a través del tiempo o de tu tanga. Los ladrillos desgastados intuyen la tormenta cuando sube el ascensor. ¿Te quedaste aquí toda la noche? Fantasmas y electrodomésticos iban de puntillas en mis pesadillas antes de pensar en ti. He perdido el cargador del móvil y ahora no sé cómo buscarte. Pero estoy seguro de que el tiempo mejorará y podré ver tu cicatriz perfecta. La perfección puede ser un vaso de agua vacío o la penúltima sonrisa en la ruleta rusa. Quiero llevarte a algún lugar donde el hielo nos haga compañía sin hacer preguntas estúpidas. Quiero que se fundan las luces y oírte gemir en todas las habitaciones. Quiero que me estallen los tímpanos y que al verte, me sangre la nariz. En la próxima página te digo lo que no quieres saber. Creo que lo mejor es no hacer más preguntas. Tú tienes razón. Y yo unas botas rotas que sueñan con tus pies. ¿Lo ves? Todo es mucho más fácil de lo que piensas. Sólo hay que pedirlo, o como hiciste tú: llevarme sin preguntar.

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