sábado, 3 de octubre de 2015

TU FORMA DE HABLAR



Afónicos nos explicamos mejor.
Así que cuando me escribes “tengo que decirte algo”
una erección luminosa se acumula
en cualquier parte de mi cerebro.
La televisión sin sonido, tu tanga rojo
deslumbrando la avenida, mi nombre
en las paredes del vecino, tus gemidos
blancos como mi manera de mirarte,
la costumbre de no arroparte cuando duermo
                                                junto a ti.

Un día contigo es algo lento y extraordinario.
Un día a solas no lo llevo mal, pero joder,
se nota demasiado cuando estás detrás de mí
mientras preparo la cena. Revuelto de champiñones,
o de cometas de plástico, o de restos de agua
al oler tu pelo mojado. Se nota demasiado
cuando no estás detrás de mí. O delante.
Y tu culo como una brújula perfecta
indicándome el camino, y mis dedos gritándole
en braille, o qué cojones, apretándolo
como si fueras a irte y yo no tuviera nada más
a lo que agarrarme en esta vida de mierda.

“Tenemos que hablar, y tú
con ropa todavía”.

Tu forma de hablar siempre es follarme.

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