jueves, 16 de agosto de 2012

INUNDACIONES SIN SORPRESA

Tengo los pies fríos de pensar en ti a esta latitud. Por aquí es lo mismo de siempre. Incluso cuando tú no eras tú todavía. ¿Qué propones? ¿Qué mierda de lluvia de agosto va a solucionarnos los golpes que no esquivamos? La urbanización reconoce tus pisadas sólo a partir de media noche. El resto de día se impregna de libros, canciones y una temperatura que oscila entre el mar y asomarme a la puerta. Aprendí que cuando me preguntas si habrá tormenta, en realidad quieres preguntar si las paredes están a la misma distancia que hace un mes o si se están estrechando. La ventana está abierta tanto como la noche despejada que no deja de correrse en los sueños que nunca alcanzaremos, por mucho que te empeñes. La ventana está abierta y no hace falta que salgamos para no estar aquí, compartiendo espacio y canal de televisión. No hace falta cerrarnos para no poder accedernos. No hace falta tener el mismo sudor para no echarse de menos. Aprendí que cuando preguntas por una nueva melodía de piano, en realidad quieres preguntar cuándo nos vamos a tocar bien de una puta vez. Ya se necesita hielo en nuestro invernadero de charol y madera. Ya no calienta aunque juntes las manos. Ya, haz lo que quieras, porque va a ser lo mismo que si no lo hubieras hecho. Ya no tienes consecuencias. ¿Qué propones para no seguir igual que ayer? Aprendí que cuando preguntas esto, en realidad, no quieres saber la respuesta

No hay comentarios:

Publicar un comentario