miércoles, 18 de abril de 2012

TU PELO PROBANDO LA NIEVE QUE PROVOCO

El césped está un poco húmedo. El cielo es otro hijo de puta más. Me gustan tus gafas de los ochenta. Quedan mucho mejor ahora. Me gusta cuando te echas el pelo por detrás de la oreja y miras hacia abajo. Me gusta porque se avecina algo impredecible. Al contrario de las locuras del resto, las tuyas lejos de hacer que empiece a correr, hacen que me ponga cómodo entre el frío y la lluvia. Me gusta cuando destrozas a Fitzgerald y a Freud. Me gusta cómo salvas a Leonard Cohen y a Marlango. Pero tarde o temprano, tendría que llegar este momento, y como sin apenas decirlo, lo dices. Y hasta eso lo haces con una sutileza extrema. Difícil de odiarlo. “No eres muy accesible. Parece que estás ahí sin moverte pero es justo lo contrario. El caso es que lo explicas. El caso es que no estaría mal calentarte el corazón con saliva. No estaría mal que te volvieras como el metro: algo más accesible”. El caso es que accedes. El caso es cómo des-accedes y cómo notarlo. La Antilla en estas fechas la convertimos en una azotea con vistas a tu espalda mojada. A tu pelo probando la nieve que provoco. Porque en definitiva, estoy hasta los cojones del alma. Tú muérdeme bien. Si quieres joderme, podemos negociarlo. Si quieres quedarte, firmamos un cheque en blanco, sin pactos posibles. Por eso, tanto para mandarte al carajo como para echarte de menos, vas a tener que hacerlo mejor. Mucho mejor que esta mierda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario