sábado, 8 de diciembre de 2018

PHOENIX NUNCA MÁS


Te conozco porque una vez
me lamiste el corazón
como una gata confundida.
Y la tormenta no se detuvo,
y existían desalojos por la salida de emergencia,
y neumonías atípicas,
y faros destrozados.
En un 24h encuentro todo lo que no entendí.
Que sí, que hace frío
y no respondí a tu última pregunta,
que golpeaste mi estómago como si fuera un charco,
que cruzaste mi frontera con los focos apuntando
                                           y no saltaron las alarmas,
que tus pensamientos bajan
por mi garganta sin abrir los ojos,
que el olvido está de puta madre
si tiene que ver contigo,
que te lo puedo explicar de nuevo,
y de nuevo me mirarás
como un domingo por la tarde sin fútbol ni elecciones.

Pero la verdad, es que me da igual la hora,
que seas luz o gravedad.
Me da igual que lo sepas arreglar
y que el hotel esté reservado.
Me da igual el vértigo
que sacude mi yugular al verte.
Me da igual que lo pronuncies
como si nunca lo hubieras dicho.
Me da igual que sigas teniendo la maldita llave.
Me da igual que no haya nadie como tú.

No quiero que abras la puerta a patadas.
Sólo quiero que la cierres al salir.

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